A veces con caer no me vale y necesito darme fuerte con el suelo, y caigo, y me estrello, y aún así te echo de menos.
Te busco en otros ojos, otras pieles, otros lloros, y caigo, y me hundo, y aún así te echo de menos.
No puedo cerrar los ojos sin sentir que no estás, que nunca has estado y que nunca es mucho tiempo.
Y aquí me dejas, solo y perdido en ti, engañándome en cada respiración, perdiéndote en cada latido.
Y caigo, y me estrello, y aún así te echo de menos.
Quiero huir pero no me dejo, quiero sentir pero no me alejo.
Tan dentro y tan lejos que solo queda distancia y dolor.
Y aún así te echo de menos.
Olvidarte es tan doloroso que no me atrevo, y te olvido y me hiero. Porque te quiero.
Tropezar contigo fue el error, quererte es la muerte. Y me caigo, y me hundo, y aún así aún rezo a la suerte.
Aunque esté muerto te quiero. Alguien me robó el viento y tú me trajiste lamento.
Y te quiero, y me hiero. Y aún así te echo de menos.
(A ti que no lo vas a leer)
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