Mis días han cambiado y con ellos mis colores.
Pasé por todos ellos.
Desde el color tarde de lluvia que apetecía a rosa apagado,
hasta los amarillos de euforia cargados de mucha alegría.
Pasé por los grises, pero no permití que me mancharan.
Me alejé de los rojos de furia y los negros.
no les dediqué ni un momento.
Me abracé del café largo tiempo,
y con él se sostuvieron mis noches inquietas.
En silencio,
hasta que miles de tonos comenzaron a rodear mi ventana.
Las ideas, y sus brillantes colores cubrieron mi casa.
Y los plata, que venían cargados con mucha luz y esperanza.
En el inter, los dorados brindaban hermosas sonrisas.
Y mi cielo,
iba abrazando los colores de viento.
Sin embargo,
una luz de los blancos brotaba en mi pecho.
Fortaleza,
que mostraba los azules más bellos del mundo.
La esperanza y la fuerza,
de todos los colores reunidos desnudos.
Y amanece,
en mi pecho el color más hermoso de todos.
Y me baña,
de la luz más hermosa que ha vestido mi rostro.
Silvia Carbonell L.
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