El hombre que duerme a mi lado,
no puede cerrar los ojos
si no siente mis manos.
El hombre que me despierta,
lo hace quedito al viento,
con una suave caricia
a la altura de mi mejilla.
El hombre que sueña conmigo
no puede ir a dormirse
sin platicarme su día.
El hombre que toma mis manos,
no puede cerrar los ojos,
sin memorizar todos los rasgos
que le contemplan con mi rostro.
Al hombre que duerme a mi lado,
jamás le doy la espalda
para que no sienta en el pecho
que yo le he traicionado.
y sin embargo si él pidiera,
acariciar mi silueta
dejaría todo pudor
junto a mi cuerpo despierto.
El hombre que duerme a mi lado,
cuando me mira de frente,
no puede evitar el rasgo
de sonreírme plenamente.
No puede evitar el hecho,
de frotar suave mis pechos
mientras lo enciende mi espalda
mientras me abraza en la cama.
Silvia Carbonell L.
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