Ayer fue un aniversario más de nuestro adiós y sin importar los millones de segundos
pasados desde entonces, no he terminado por acostumbrarme a tu ausencia. Aún me
sorprendo sonriendo con tu recuerdo, sea a propósito que lo traigo a mi mente o
provocado por alguna señal que dispara tu nombre en mi cabeza de forma
inmediata. A veces es una estrella en el firmamento mientras estoy al volante y
volteo mi vista hacia la inmensidad del techo estelar, solo para encontrarme
con una de esas noches de pocas luces siderales y muchos anhelos, como el deseo
de tenerte conmigo; otras veces, es una
imagen en el ciberespacio, tierna y bella; o bien una muñequita refugiada en
una caja de música, que giró por unos instantes solo para mi, al compás de una
melodía mientras curioseaba en alguna tienda, un fin de semana cualquiera.
Disfruto muchísimo esos momentos barnizados de nostalgia, en los que tu voz
llega a acariciar de nuevo mi oído y me platica como se mueven en otoño las
hojas secas a la orilla del río o como estaba tu cielo esa mañana que
pensándome, despertaste en tu cama.
Si, ha pasado
otro año más, otro cumpleaños sin felicitación; uno, dos, tres mensajes electrónicos
más al vacío, 100 soldados blancos más en mi cabeza y una espera que amenaza
extenderse cada vez más y más.
El otro día te
sentí detrás de mí, podía oler tu perfume acariciándome el hombro y me negué a
voltear. Siempre moviéndote rápido, temía te desvanecieras no bien girara la
cabeza y perderme la sensación de saberte cerca; porque estabas ahí,
observándome en silencio, con la ventaja de saberte escondida detrás de la
cortina de tu reserva, teniendo la ventaja de verme sin que te viera, de
acariciarme con la ternura de tu mirada y llenarte de fuerzas con ello para
mantenerte alejada de mí. Mientras a mi, solo me queda una eterna sonrisa
impresa en papel, que lo mismo está alegre si visto de negro o si visto de
azul, si empieza la semana o ésta termina; si la alegría colorea mi cara o la
tristeza se asoma de gris en mis pupilas.
Nos vimos hace
un año por última vez para despedimos de común acuerdo, tu camino se apartaba
del mío y tu felicidad significaba por siempre la mía. Sin cadenas de amor,
solo pétalos y ni una espina, así fue, así es y será por siempre nuestra
colección de momentos.
Muy bello. Me gusta. Saludos.
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