¿Has sentido hambre amor y renegado por ello?
Entonces sabes lo que siente el cuerpo, porque hambre
justamente es lo que tengo.
Hoy no solo ignoro las premuras de mi cuerpo, también ignoro
las súplicas del sonoro cascabel que llevo dentro.
Supongo que en algún momento estuviste tocando fondo y no
podías levantarte del suelo.
Esa impotencia revuelta con llanto de niño pequeño, hoy la
tengo, me he vaciado y dejado por primera vez en mi vida, que el miedo invada desde mis ojos
hasta el cuerpo.
Hoy, he soltado las cadenas que visten mis manos llagadas,
pero aún duelen las manos presas por no escupir las palabras.
Hoy, siento hambre y ya no siento mi cuerpo. No siento mis
llagas ardiendo, porque el mismo cuerpo por hambre ya se está consumiendo.
¿Podrías pensar en cada vez que llevas parte del plato a la
boca, que es lo que mi boca toca?
Te diré: toca aire, bocanas de ansiedad, revueltas con
llanto desecho de unos ojos cansados que no paran de llorar.
¿Puedes pensar cada vez que duermes tranquilo que es lo que
mi sueño me trae?
Te diré: trae rastros de ansiedad, rastros de heridas
recientes que se repiten constantes, que no paran de llorar cada vez que recuerdan, los tropiezos que
mis pies en su caída lamentaron el haber podido fallar.
Y yo te pregunto, ¿a qué sabe la comida que hoy sabes que yo
carezco?, ¿a qué sabe el sueño tranquilo que sabes que yo he perdido?
A qué sabe el saber que cerrando los ojos e ignorando el
destrozo, no solo matas a una persona, matas también un sueño y dejas un mundo roto.
Silvia Carbonell L.
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