Apareció
la luna y miré tus ojos cafés como el chocolate que tomé esta mañana.
Que
cosa tan más bonita cuando la luz de tus ojos ilumina lo que ves. Quise refugiarme
en tus brazos pero terminé perdido en ellos. Tus ojos volvieron a mirarme y en
ellos encontré lo que estaba buscando desde hace mucho, cuando otros ojos cafés
robaron mis sueños y mi cariño eterno. Pero al verte de nuevo siento que ya
formas parte de mí, como si las horas pasaran y tú y yo nos mantuviéramos jóvenes
como aquél día de invierno en el que te conocí.
Bajaste
las estrellas y las pusiste a mi lado. Bajaste las nubes y reconstruiste mi
pasado. Tú, siendo mayor, comprendes que la vida puede ser no fácil pero luchas
y sigues peleando por ella. Bajaste la luna y le dijiste que sí me quieres.
“Yo
ya no puedo sin su amor vivir” pensé.
Tus
labios besaron los míos y nos fuimos de este mundo, nos largamos y llegamos
donde nadie jamás había llegado.
Llegó
el viento y nos llevó a lo más visitado; nos llevó a donde todos buscan;
donde ven lo que ya fue visto y se
vuelven para ver por última vez. Ahí es donde fuimos los dos, buscando lo
buscado, viendo lo ya visto y escuchando
lo escuchando.
Regresamos
por el río verde y llegamos otra vez a tu cuarto donde toqué esta tarde para
decirte que lo nuestro no puede ser, tú con la tranquilidad que admiro me
dijiste que sí podía ser, que lo ibas a demostrar.
Y
así pasaron muchos días, semanas y siglos demostrándome que ambos somos uno y
que este enamoramiento es solo el puro juego de la imaginación.
David Ruiz
@Emi_Nerd
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