que lleves tanta sabiduría en los ojos y en la boca no es casualidad.
si en el arte de tu amar constante,
continuamente haz practicado con mi cuerpo;
convertido en la herramienta de trabajo hacia tu perfección,
en el arte de proyectar la piel en catalizador de lluvias y deseo.
tuya, siempre tuya...
delirante aprendiz de tus besos que se hicieron mi sello con el correr de los años.
buscas, siempre buscas,
saciar mi sed de vino constante en idas y regresos.
por ello siempre atenta al menor indicio del brillo de tu mirada,
para estar dispuesta a modo de instinto,
que se deja arrastrar hacia el peligro de tus ojos.
por eso cualquier momento,
es detonante de flagrancia constante que nos lleve
al camino del olvido terrenal y nos interne,
en el camino carnal de los besos a mordidas.
aprendiz y maestra de tus noches desatadas,
tan llenas de amor que la pasión nos desborda en ríos
que recorren nuestras piernas y los labios.
que nacen en beso, que queman el vientre, buscando su camino
hacia el resto que se enciende.
cuando eso sucede, se apaga la noche...
sucede el olvido y nada más importa,
lograr que la piel respire y se levante
hacia los caminos que nos trace,
y nos guíe las manos, los labios y los ojos;
hacia tu centro, hacia mi centro
Que se pierdan los ombligos y nos confundan
nuestras propias sombras.
Noche, volvernos noche...
Que se interna en la madrugada.
Que amanezca en nuestros cuerpos al sonido
de los pájaros y del alba.
Silvia Carbonell L.
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