Lluevo lunas cuando a mi piel haces falta.
Lluevo, para tocar cualquier rastro que tus ojos hayan dejado
mientras recorren la noche.
Lluevo porque te extraño, por la sequía de tu voz en mi garganta
cuando amándome me dejas quemando tus palabras
en la orilla de tu lengua.
Lluevo humedades cuando enciendes mis tardes,
cuando das forma a mis mañanas, cuando cierras la noche.
Lluevo de cuerpo entero y mis labios se hacen agua.
Lluevo al abrazarme a todas las nube que te llevan de viaje
buscando entre cada una de sus gotas,
la lluvia que me hace desearte.
Lluevo buscando solución a los problemas de tener alas,
de no poder pisar la tierra.
Lluevo porque quisiera echar raíces en tus ojos y ser árbol.
Lluevo sin lágrimas mi amor,
porque toda el agua que tenían mis mejillas se han ido a los mares.
porque son las rocas que no permiten que te abrace
cuando tropiezo con cada una mientras busco tu camino.
Lluevo a mares pero sin agua salada,
porque la sal del mar permanece guardada
bajo el sol de la arena que se quema de esperarte.
Lluevo cuando río y cuando me convierto en cascada.
Lluevo a cántaros de un niño sediento
que no puede parar de beber sus propias lágrimas.
Lluevo mientras tú seas nubes, y yo la lluvia que te acompaña.
Silvia Carbonell L.
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