martes, 13 de agosto de 2013

Enamorado de la Musa


Ajeno a la realidad (Enamorado de la Musa)


Las cosas nunca pasan como uno lo planea, eso esta más que claro en esta vida.

Pero que hay de cuando se huye de una realidad, para adentrarse a un mundo virtual.

Cerré todo lo que tenía, todo lo que hacía muestra de mi vida anterior, eso de la fama no se me da.

Decidí abrirme una nueva “vida virtual”, mismo nombre, mismo hombre, pero merecía una nueva oportunidad.

Nunca imaginé que esto iba a ser peor.

No buscaba nada, en cambio la encontré.

Creía imposible enamorarme de unas letras coquetas, pero si se tiene un libro favorito porque no unas letras.

La leí y me perdí. Solo 140 caracteres para darme cuenta que esa persona que escribía ¡no era una mujer! era una Diosa. Y la hice mi musa.

Empaqué mis letras, sentimientos y mis ganas, y me mudé a lo virtual.

Es ella… No comprendo, pero es ella.

No le bastó con hacerme víctima de sus letras, si no al ver sus fotos logré comprobar que lo que esta atrás de esto,¡ES UNA VERDADERA DIOSA!

Es perfecta, y la palabra se queda corta.

No les voy a mentir, he tenido mujeres que me inspiran. Pero nunca había tenido una musa.

El amor que le tiene un escritor a su musa, no se compara ni con el amor que se tienen entre si una pareja. Créanme.

Pero que va, ella tiene una vida real, y me alegra saber, que el tonto enamorado de una imagen aquí soy yo y no ella. Pero no me importa, si de tonto me tengo que morir, sabre que la muerte vale la pena porque es por ella.

Como los mejores guerreros mueren por sus Dioses, yo decido arriesgar el todo por mi musa.

Difícil saber que ella se inspira en los brazos de alguien más, difícil saber que hay alguien más que le escribe, ella no tiene la culpa de ser hermosa. Lo que inspira es una infección de la que muchos nos vemos enfermados. Y es que lo que destila es pasión.

Sé que por cortesía responde lo que le escribo, de vez en cuando, y no sé si pido ser correspondido, la verdad no se que es lo que quiero, cuando te inundan los sentimientos la razón se ve ahogada.

Ezekiel K.

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