martes, 23 de abril de 2013

Primavera




Ana R.

Chola, cholita, chola

Villazón, Bolivia, 2013.

Nadia Ochoa

Exilio

San Salvador de Jujuy, 2013.


De pronto sé que esta ciudad no es la mía, ni descansan mis muertos en el cementerio, ni me toparé con el querido profe de tercero de primaria doblando una esquina. No sé las calles ni sus porqués, ni me dice nada el banco de la plaza que a otros trae gratos recuerdos de primeros besos. Aquí no tengo amigas que conozcan a mi madre, que me manden saludos con mi prima o que me inviten a la reunión de la escuela, generación 97. Las calles están llenas de árboles cuya belleza no me dice más que novedades, y aún las viejas jacarandas sólo me recuerdan el tapete de flores violenta que adornaba mi camino cuando volvía a mi casa, cuando todavía tenía una casa en mi ciudad. Aquí nada es mío: ni los árboles, ni las aves, ni las fiestas, ni los ríos. Nada es mío, salvo la tristeza.

Nadia Ochoa

Apaga la luz




Apaga la luz que nuestros parpados contra nuestras pupilas nos prenderán el alma, usaremos las estrellas para esconderlas bajo la almohada y quedaremos con fuego por dentro.
Apaga la luz que haremos poesía debajo de las sabanas y la luz serán nuestros respiros, nuestros cuerpos serán la musa, tu piel será mi página en blanco y en ella escribiré versos que a mi lado vivirás.
Apaga la luz que te refugiaras entre mis brazos como hojarasca de otoño que permanece en el cálido suelo.
Apaga la luz que mis labios contaran tus pecas que son  estrellas plasmadas en tu cielo llamado piel, jugaremos con las letras para colocarlas en tus ojos.
Apaga la luz y déjame cobijarme en tu corazón.
Apaga la luz que hare sonreír a la noche.
Apaga la luz que platicare con la luna.
Apaga la luz, que la luz que mi corazón causa al amarte es más fuerte qué la que me despierta por las mañanas al recordarte.

Con olor a mandarinas



Era una mañana de esas que brillan en los árboles, que respira con fuerzas, una como cualquiera; o tal vez no. Ya desde hacía un tiempo ningún día pasaba desapercibido, tenían algo especial que merecía ser sacado a la luz. Es que me acompañaba una sensación diferente; y es que después de escuchar su respiración, no había muchos vacíos en los que yo pudiera habitar.
Después de compartir el mismo sueño, al tiempo, dormir tenía más sentido y aún después de escucharle agitarse un poco por mí, gemir tenía su cabida especial.  Sin hablar de lo mucho que me gusta ahora sonreír, porque a él le gusta que lo haga.
Pronto pude percibir una fragancia, venía de adentro, como lo que estaba sintiendo: era dulce y ácido. Ese agridulce sutil con momentos tan bonitos que parecían escritos por un poeta y otros; no tan lindos pero sí necesarios. Era un amor con olor a mandarinas que nos estaba alegrando los días, y a mí, me estaba haciendo un poquito más especial.
Por eso las mañanas, aunque fueran unas más, no lo eran; ni las noches, ni las tardes; ya nada es igual y me gusta. Ya nada es como antes y me gusta.



@Soycatarsis.
Adriana Julio.
http://soycatarsis.tumblr.com/

El viaje en tren


El tren se tambaleaba por la velocidad en el viaje de vuelta. Él, sentado en el último asiento del vagón, observaba las cabezas que sobresalían de las butacas. Un par de decenas de personas compartían aquel lugar móvil que los alejaba de una ciudad para acercarlos a otra. En la televisión, una oscarizada película de muy bella factura amenizaba el viaje: “por fin buen cine en el tren” – pensó.

Sus pensamientos comenzaron a llevarlo a otros lugares, como siempre solía ocurrir en estos casos. Comenzaba a pensar en qué pensarían (valga la redundancia) sus acompañantes. Volvía a filosofar sobre la vida mientras era mecido por aquella montaña de acero que surcaba la península a doscientos cincuenta kilómetros por hora. Gente que se había cruzado en su vida y que, probablemente, no volviera a ver jamás… o quizás si, quien sabe. Siete mil millones de personas en este mundo y coincide con veinte en ese lugar tan comparativamente pequeño. Sólo ve coronillas asomar y se distrae imaginando qué pensamientos, sueños, sensaciones y emociones, habrá dentro de cada una de ellas. La películas avanza, al igual que lo hace el tren. La noche ha invadido ya el paisaje manchego y sólo las luces artificiales de algún pequeño poblado dan a entender que la civilización sigue ahí fuera inmóvil, impertérrita, sin enterarse de lo que está sucediendo en ese motorizado vehículo. Allí fuera, también habrá gente, cientos, miles y millones de personas con historias que contar y con mucho que enseñar y, probablemente, jamás nadie las escuche. Él sigue avanzado y los deja atrás, vuelve a encerrarse en los pensamientos y en las reflexiones estúpidas que rondan su cabeza. Otro día ha pasado, pero de éste, al menos en cierta parte, quedará constancia.

Deja aquí, en estas líneas, testimonio de su tren y de sus acompañantes, todos anónimos, pero los que el destino quiso que sacasen un billete parecido al suyo y con ello entrar en la posteridad, cual actores secundarios de una obra de cuarta categoría. Pero algo es algo, no queramos ser todos Romero, Hamlet o Ulises; historias así no se ven ni todos los días ni en casi ninguna de las vidas, nosotros nos conformaremos con seguir viajando y seguir escribiendo

Antonino de Mora Taberner
www.losmomentosalpedo.com
@antoninomora

¿Para qué llorar?



¿Para qué llorar?, ¿Para qué sufrir? Podría incluso suicidarme y morirme por esta profunda soledad que llevo en el alma, la gente dice no busques el amor él solo llegara a tu vida, pero me he cansado de esperar y de buscar, ya no se que mas pensar, mucho menos que hacer, y es que tengo un corazón tan amable, una mente tan ingenua y el alma tan noble que sin querer se encariña tan rápido, se enamora y lo quiere dar todo, aunque no tenga nada, no es posible que sea así, como va a ser eso? Los humanos tienden a divertirse y a esta edad tener tantas parejas emocionales, yo nunca he querido eso, siempre busco algo serio una persona a quien querer y que me quiera, sé que soy joven, y la vida sigue, y yo debo de seguir caminando por ella, debo seguir luchando y tal vez si llegue esa persona tan especial que me ame, mientras tanto con la cabeza en alto caminare enseñando una sonrisa que tal vez sea falsa, pero igual y sea lo correcto en este maldito mundo de apariencias y si no, está bien igual...

BJ

Un “nosotros” sin los dos



No sé en donde te encontrarás ahora,
en qué mundo te decidiste quedar,
si la locura te alcanzó o se sentó a esperar.
Si estás tranquila, lo mereces, aunque sea sin mí,
probablemente el tiempo te ayude a olvidar,
aunque las canciones y palabras insistan en volver.
Olvidarte es pensarte y volverte a ver
esas cosas que ves de lejos, que ya no puedes sentir y tener.
Ahora que eres feliz, que compartes tu sonrisa,
supondré más y fingiré que fui excusa o brisa,
sólo para que pudieras sentir.
Ahora que sientes, siéntete sin mí,
porque no será igual que ayer.
Discúlpame si me perdí o te perdí en el intento
ahora mis palabra ya no las aguanta el viento.
Recuerdo cuando decíamos ser eternos
o por lo menos lo sentíamos los dos
era cuestión de dos almas, la mía y la de vos.
Ahora recuerdo y te perdono,
por no estar ahora cuando lo hubieses prometido,
por ese futuro en deuda que aún no hemos vivido,
por los miedos que me debes y que pensaba quitarte,
ahora soy un simple mortal con las ganas de amarte.
Te perdono por los errores que no quisimos cometer,
¿me perdonas por huir y por dejar de suceder?


Alexander Ureña
http://alexanderlex.wordpress.com/

Todavía, hay mucho mundo que salvar




Veces en que las mejores cosas, están escondidas…en tu interior…
Un cielo que se pinta de los más elocuentes colores para animar el día, nubes que se enredan entre sí para apoyarse unas a otras, y el sol bostezando con sus parpados pesados queriendo hacer un poco más larga su siesta, pero aun así no pierde la oportunidad de adueñarse del cielo; el tiempo sonriendo danza junto al travieso viento a su veloz ritmo, es una de esas tardes que adormecen los cuerpos, como para sólo sentarse, dejar la ventana abierta y ver el día pasar y perderse en el horizonte.
A pesar de los rayos del sol reflejados en la copa de los árboles, la brisa era fría, de esas que erizan la piel y juguetea con los cabellos de las personas que pasean en medio de la ciudad; una ciudad llena de sombras y luces confundiéndose en el atardecer; dentro de tanta gente que aviva el centro de la ciudad se encontraba aquella joven, un ser de pasos tan libres como el viento, de esas personas que disfruta dibujar cada paso, que no va por la vida corriendo porque conoce que el destino se encuentra en sus adentros…muchas veces cambia su camino y otras veces el camino la cambia a ella, bajo el sol, su sombra le ruega que jamás la deje sola, le encanta el alma vibrante que aguarda su ser; la mirada de la joven se posaba en ningún lugar, sus pies le aclaraban las ideas, ella caminaba sin tener algún rumbo fijo. Luego de unas horas, sin saber cuántas,  se encontraba frente a una inmensa casa vieja, tendría unos tres pisos, de ladrillos tristes y en una de las esquinas una montaña de escombros, su mano sin querer empujó suavemente la reja que daba apertura a la casa, desde el ancla de la rejilla hasta su piel el chirrido que produjo se convirtió en escalofríos, su alma afloraba su parte más valiente, algo tenía aquella casa que tanto le atraía y que pasaba desapercibida por tantos ojos que empañan la realidad de una ciudad…no sabía cuál ruido era más fuerte, su corazón desbocado o el silencio tan estrépito del lugar, sus pasos eran firmes, echó un vistazo a su alrededor, flores de distintos colores con sus pétalos bien despiertos, arbustos que se perdían entre las nubes, pajarillos cantando o tal vez avisándole lo que le esperaba dentro…no necesitó tocar o llamar a la puerta, ésta estaba entreabierta abrazada a la oscuridad del interior, del otro lado lo que captaron sus ojos la dejó  sin aliento…y no porque faltara el aire, porque de eso y mucho más era lo que sobraba en aquel lugar. Maravillada, la sonrisa era permanente en su rostro, adentro se hospedaba todo lo que le hacía falta al mundo, las paredes eran colores que respiraban, el sol más radiante y la luna poetiza se divertían en un juego de ajedrez, la fe que se había perdido en alguna montaña estaba allí, sentadita con un café entre las manos admirando su aroma, el tiempo refunfuñando escuchaba a la esperanza justificarse del porque a veces llegaba tan tarde haciendo que muchas personas ya no creyera en ella, y ella pidiéndole al tiempo que acortara la velocidad de sus alas, los árboles en rueda contando su anécdotas más bonitas al ver parte de su familia convertida en algún buen libro, al menos eso los hacía sentir de alguna forma inmortales; en uno de los rincones estaban los reflejos, las sonrisas, las ganas de vivir jugando al pin pon improvisado en una pequeña mesa, la generosidad y el egoísmo en una pelea de boxeo con unos guantes flojos que no quiere hacer apuestas, y el amor y el odio en plena confesión de ser esenciales en la vida; por otra parte ninguno se había percatado de la presencia de la joven; el cielo que era el esplendor de toda la casa anuncio su llegada, y el asombro se hizo unánime; los sentimientos en concierto pararon de cantar para no ser descorteces con la visita, los instantes mágicos, que por cierto eran pocos, le tomaron de la mano para darle a conocer a todo su equipo, las paredes vestidas de poesía le recitaron ansiosas algunos versos, y los sueños se dibujaban en el aire esperando que uno de ellos pertenecieran a la joven; sentada con sus piernas cruzadas les preguntó porque tanta belleza estaba escondida en esa vieja casona que engañaba con su horrible apariencia externa, el discurso lo comenzaron las sombras opacadas por tanta luz del alma de la joven, les contaron que cada vez ellas reinaban el interior de las almas pero viajaban a la casa para darle un descanso a muchos pensamientos malévolos, el milagro dice haberse perdido porque nadie creía en él, y todo existe porque son pedazos de algún recuerdo, las creencias, los valores y principios se sentían ofendidos porque la maldad les había tomado ventaja, el amor ya no sentía la calidez de unos ojos sinceros, y así cada uno expreso sus inquietudes…la joven optimista se defendía, les explicó el laberinto de abismos que son los humanos, son un intento de vida, aunque sean humanos, les hizo saber la necesidad de cada uno de ellos fuera de la casa, las sombras a pesar de ser sombras eran necesarias para aplacar un intenso sol, o para ser compañía en la soledad, el sol, el cielo, la luna, las pintorescas estrellas, hacían del mundo el paraíso, el tiempo es el que le da vida a un reloj y esboza cada paso plasmado en historias, la fe es esa chispa de luz que abre el alma, hasta el odio en su minoría debería existir pero frente a las injusticias y otras destrucciones al alma del mundo, los sueños son esa dimensión en la cual nunca debemos despertar, y que decir del amor, aunque no se encuentre su definición en el diccionario es el que mueve al mundo y le da el toque de sentido a su giro, dejo en claro que los humanos se construyen a  base de sonrisas, de sueños, de trazos, de almas, se construyen con ganas, con tiempo…con vida, son todo ese lugar donde todo puede pasar. Fue tanta su vibra que cada personaje se animó a dar un paseo y festejar regalando un poquito de cada uno en las calles, las personas se llenaron de nuevos suspiros y cada quien capturo un poco de cada elemento, la ciudad se llenó de tantas alas, de tanto vuelo, de un completo cielo; un universo que es una pausa del espíritu, la joven con lágrimas que nublaban sus ojos nunca olvidará sonreír para divertir a las piedras que se encontraría en su camino, deshojar lo mejor de sí es escribirle al viento…hace mucho que todo comienza y termina dentro de la ciudad que cada alma habita…todavía hay mucho mundo que salvar.

Solanger Mendoza.


Bitácora de vuelo



Algún día, en algún lugar, solo sé que es de mañana.

Llegaste a mi mente siendo una imagen implantada en sueños de verdades, en ansias, ganas y
remedos de lo que una vez fui. Te implantas como raíces de roble en tierra fértil, te implantas
como capricho en niño de meses, naciste en mi mente, creciste en mi pecho y te reproduces en
hojas blancas que alguna vez escribí.

En una noche cualquiera mientras reviso el itinerario de letras.

Apareció un nombre de raras letras. Desconocido para mis ojos pero hicieron eco en mi pecho
y en mi cabeza, nunca las he olvidado desde aquél primer avistamiento, incluso hoy no han
desaparecido.

Momento de emprender el vuelo.

He decidido soltar la idea de aquella mujer de sueño, he decidido dejar de esperar, he decidido
emprender el vuelo y seguir el camino, desconocido pero al final de cuentas voy sin miedo.

Después de unas horas de vuelo, otras aves hacen su aparición, nos acompañamos en los aires, en
las aguas y en los caminos de tierra, solo para hacer ameno el recorrido. Fuimos un conjunto de
soliloquios haciendo caminos.

Reaparece el nombre, ese que no olvido, se integra al vuelo.

Relatos de turbulencia en la luna.

El vuelo se mantiene tranquilo de noche, hay nubes que acongojan las estrellas, gotas de lluvia
que arrullan al viento hasta el momento en que salió el sol.

Nadie me recordó que soy alérgica al sol, así que cuando me acarició, me lastimó, me quemó y las
caricias de sus rayos quedaron tatuadas en mi piel sin tinta, se han caído alguna de mis plumas, ha
puesto a temblar mi corazón, se agita mi respiración.

Creo que me he enamorado.

Mantengo el vuelo con una sonrisa, estoy empezando a amar al sol, extraño la luna pero me
mantiene a oscuras mientras en esta ocasión, por primera vez todo a mi vista es claro.

He decidido mantener el bronceado.

El suceso inesperado.

Los astros han colisionado, se han formado las estrellas en un eclipse de sol, es un suceso
inesperado, no lo veía venir, pareciera una aurora boreal, pareciera el fin del mundo, pareciera
que se me escapa el alma.

Debo dejar de volar, el bronceado a deshecho mi piel.

El aterrizaje

Lo planeaste bien Sol, el vuelo se realizó conforme a lo esperado, he estado a punto de chocar
pero pude recuperar altura, me he golpeado las alas contra la maleza y me han sacado alergia
pero fue la determinación la que me hizo volver a emprender el viaje, a otro destino, sola o
acompañada, sin embargo recuerdo que soy ave no cohete, que no puedo volar al sol sin ser fénix,
que no me puedo dejar quemar por las caricias del astro, pues aunque soy ave y vuelo, soy ave de
mar no de desierto, soy mujer de humedad no de salinas, dunas, o morenas rocas.

Me encontré en la costera y sonreí.

He aterrizado, me han abrazado y yo… yo te he perdonado.


Helena Sibarita
@LaCkatrina 
http://lackatrina.wordpress.com/

Trincheras

Trincheras

La distancia pesa, 
pero tengo tus manos,
que reconfortan mi espalda.

El tiempo es agresivo,
pero tengo tu boca,
que en un beso me defiende.

El frío cala las noches,
pero tengo tu cuerpo,
que me abraza y me abrasa.

El silencio no es ecuánime,
pero tengo tu voz,
que canta nuestras canciones.

Los kilómetros nos separan,
pero tienes mis labios,
que no dejan de acariciarte.


Rogelio Carballo
@parammo
http://parammo.tumblr.com

Surrealismo



Manuel perdió la cabeza. Fue un proceso paulatino, imperceptible al principio.  Aún más si se toma en cuenta que siempre estuvo solo. Comenzó con pequeñas cosas, escuchando moscas volando cerca de su cabeza cuando se acostaba.  Al principio era solo una y él la ignoraba, ni siquiera encendía la luz para encontrarla. Pasaron varios días antes de que se levantara y la buscara en los rincones más altos de su cuarto. La noche que decidió acabar con la mosca,  pasó dos horas intentando encontrar el origen de aquel seseo que pasaba cerca de sus oídos y después se alejaba. La segunda noche, desesperado, comenzó a escribir una especie de bitácora.

Día  A.
Llevo varios días durmiendo con una mosca en el cuarto. Al principio la ignoré pensando que sería cuestión de tiempo para que encontrara otro sitio o a alguien más a quién molestar. Pero cada noche que me acuesto la escucho rondándome. Ayer me levanté a buscarla y nada; como si la luz la hubiera ahuyentado. Apagué la luz de nuevo y ahí estaba.; de  regreso con su vuelo inconstante y su aleteo apresurado.

Hoy me acuesto expectante. Todo está en silencio. La estoy esperando. Estoy esperando, que venga a robarme el sueño. Que llegue a sobrevolar mi cama ; como el ave de carroña que es. Todo está en silencio. Creo que hoy no vendrá. Tal vez por fin encontró la salida y me dejará tranquilo. Intentaré dormir.

La volví a escuchar. Brevemente. Tal vez estaba soñando. Ta vez sigue aquí y sólo descubrió los beneficios de la tortura psicológica (demanda mucho menos trabajo físico).

Día B.
Hoy la escuché en el estudio. Estaba trabajando. Dejé de teclear por dos segundos y la sentí pasar sobre mi cabeza. Muy cerca, demasiado cerca. Ansioso, busqué en cada rincón de la habitación. Mis ojos recorrieron cada centímetro en busca un punto oscuro sobre la pared beige o en el techo. Me percaté de la suciedad acumulada en la pared. Sólo viendo este tipo de cosas de cerca, analizándolas, uno cae en cuenta de lo mucho que hace falta una mujer en la casa…y en mi vida. No por que sea la limpieza algo implícito de su género, sino por su naturaleza  meticulosa, ordenada y limpia que les permite ver lo que nuestros torpes ojos pasan por alto. En las paredes y en el alma.

Un punto sobre el piso de madera captó mi atención. Me abalancé sobre el. Lo pisé enérgicamente y sentí como la fuerza ejercida por mi zapato lo hacía explotar. Aplastado entre el piso café y mi suela nagra. Reducido a nada, modificado en todas sus dimensiones para convertirse en una plasta amorfa y sin sentido.  Me senté tranquilo en mi silla de nuevo. Con el sabor de la victoria aún en los labios. Me disponía a retomar el trabajo donde lo había dejado cuando la escuche de nuevo.  Torturándome…astuta y escurridiza, jugando con mi mente… dentro de ella, dentro de mi. Asustado me incorporé de inmediato para analizar la mancha amorfa el suelo. Había quedado irreconocible. Sin más herramientas para comprobar mi esperanzada hipótesis y asegurarme de que no estaba perdiendo lo cabeza, pasé mi dedo índice por la mancha oscura sobre el piso claro y me lo lleve a la boca...una pasa, o una mosca muy dulce. Me sentí estúpido y avergonzado y reí con mucha fuerza tirado en el piso del departamento mientras el zumbido del infierno inundaba mis oídos y se metía entre las circunvoluciones y cisuras de mi cerebro.

Día C
Creo que son dos, estoy seguro que están confabuladas. Me he puesto a leer más sobre moscas. Llevo toda la mañana leyendo unos libros de entomología que encontré en el closet. Las trajeron hace 2 meses y según me dijeron pertenecieron a mi padre. Espero que por lo menos sus libros sean útiles. Llevo apenas dos capítulos y nada. No puedo trabajar. A penas me siento frente a la computadora comienzan a zumbarme los oídos. Tal vez  alguien no quiere que escriba más y mandó dos moscas a robarme la inspiración, el sueño, las ganas, la razón.

Leí un capítulo entero sobre las moscas de la fruta.  “Drosophila melanogaster”. Los libros son viejos y la información está desactualizada.  Estaba apunto de cerrar el libro y abandonar mi investigación cuando un par de renglones escritos con letras muy negras saltaron a mis ojos, viajaron por mi nervio óptico y llegaron a la poción trasera de mi cerebro y me hicieron retorcerme en la silla con un escalofrío que casi me tira al piso. “Estas moscas son utilizadas en laboratorios para estudios  genéticos”. Naturalmente busqué información más actualizada en el internet. Aparentemente, esta mosca tiene una serie de características muy especiales, que son de gran interés para los hombres de ciencia. Este pequeño espécimen cuenta con un muy reducido número de cromosomas, lo cual, la convierte en el insecto ideal para la experimentación genética. ¿Será acaso que estas moscas, las mías, han sido modificadas?. ¡Qué tontería!. ¿Quién se tomaría la molestia de alterar genéticamente a dos moscas sólo para joderme? . Dejaré de invertir mi tiempo en tonterías, intentaré ignorarlas y  retomaré el trabajo dónde lo dejé.

Día D
Estoy convencido de que estas moscas han sido alteradas genéticamente. No hay otra explicación. Hoy por la mañana inundé mi departamento con solución mata insectos, y nada. Las malditas siguen aquí, con su suciedad y sus ojos fragmentados y su insoportable bzzzzzzz. Estoy perdiendo la cabeza. Estoy considerando seriamente vender este departamento y cambiarme de código postal si es necesario. ¿Y si no funciona? ¿ Y si me siguen a dónde vaya? ¿Qué clase de castigo es este? ¿ A qué deidad ofendí para que esta plaga de moscas alteradas del genoma haya caído sobre mí?.

Ahí están. Las dos. Son fuertes, creo que hoy son más grandes. Su vuelo se oye más decidido, mas firme. Dios mío. Dios mío.



Día E.
Me he encerrado en el closet. Ahora son más. No estoy seguro cuantas.  Creo que se han reproducido por la noche. Yo apenas dormí una hora. Estaba atento, vigilante. Supongo que esperaron mi momento de vulnerabilidad para reproducirse y aumentar de tamaño. Ahora son más rápidas. La velocidad que alcanzan durante el vuelo es alarmante. Es imposible verlas, es imposible combatirlas.

 Han tomado el control de mi departamento y de mi vida. Estoy aquí; encerrado con mi cuaderno,  mi pluma y un pedazo de pan que rescaté de la cocina. Sólo entra una franja de luz por el espacio que queda entre la puerta y el suelo. Dios mío, ¿qué está pasando?. Me pregunto si esto sólo me está pasando a mi o es una catástrofe mundial. Quisiera saber si todo el mundo está encerrado en sus closets escondiéndose de las gigantescas moscas invisibles que ahora roen los cables y se alimentan de miedo y algodón. Me pregunto si el presidente y su familia están encerrados en un solo closet, y si  los científicos estúpidos que decidieron alterar el genoma de una mosca ahora están encerrados en sus sótanos buscando una solución.  Pronto se meterá el sol y todo aquí adentro será oscuridad. Espero que mañana pueda salir. Algo se me ocurrirá.

Día F.
Hay algo grande allá afuera. Por lo menos del tamaño de un gato. Me asomo por la ranura, que es mi único contacto con el exterior y veo patas pasar corriendo… de pronto se paran frente a la puerta y casi puedo ver los pelos gigantescos de sus patas acariciando la madera, y sus bocas succionadoras lamiéndola.  Las imagino lamiendo mis sábanas y mis almohadas y a mi. 

Recuerdo haber leído que las hembras ponían cerca de 8,000 huevos. ¡Ocho mil huevos! desde aquí veo mi refrigerador y mi techo invadido, infestado de huevos gigantescos, y veo también las larvas pegajosas y hambrientas tiradas en toda mi alfombra, alimentándose de ella y de mi propia carne muerta. Espero que nunca me encuentren, espero que no devoren mi cuerpo, espero que con haber roto mi espíritu tengan suficiente estas viles criaturas infernales.

Día E
El pan que tenía se terminó. Tengo más hambre que nunca. No tengo más remedio que salir de aquí y enfrentar a esos terribles insectos del infierno. Hoy se ven más grandes; se les escucha más veloces y hambrientos. Quizá pueda llegar a la puerta del departamento,  huir y nunca mirar atrás. Quizá muera devorado por larvas gigantes. 

Que inconcebible, que estúpido que increíblemente irreal es estar aquí encerrado. No tengo  más que decir. Dentro de poco abriré la puerta que me separa de los demonios, de los míos, los miraré a la cara, y me veré reflejado un millón de veces en sus ojos de infinitos hexágonos y lo que pase después quizá nunca será escrito.

Carlos Ferráez Servín de la Mora

Empaqué

Empaqué todas tus chingaderas y las envié con tus recuerdos.
¿Te llegaron? Qué bueno,
así mucho que quedó de lo tuyo ya no permanece estorbando.

Y por cierto, ya a mano...
No me dejes tus ojos, no los quiero rondando.
Te empaqué los alardes,
de esos me dejaste, una lista densa e interminable.

Las excusas, disculpa,
se cayeron de mis manos cuando las estaba empacando.
Si gustas, te las pago,
pero excusas te sobran o eso es lo que me han informado.
Me avisas, por si tengo que mandarte algún cheque pos-fechado.

Los recuerdos felices van muy bien empacados,
ten cuidado, son frágiles, de tan solo tomarlos se me han desarmado.
Aún así te los mando,
para que tú los repares cuando andes tristeando.

Las mentiras las tiré en el lavabo,
ni caso tenía el haberlas limpiado.
Tanta mugre empacada, no tenía ni caso.

Te regreso tus planes, separé cada uno por sus prioridades.
Me quedé con los míos, y disculpa si en ellos ya te había incluido.
Ya no importa, he seguido, por mi parte los míos ya se han reconstruido.

Y si algo consideras que olvidara empacarte
solo te pido que ni se te ocurra volver a llamarme
mejor reconstruye tu vida con un nuevo menaje
porque lo más seguro es que nadie conteste
porque me encuentre de viaje.

Silvia Carbonell L.





Tú, en un día de abril

Todo este silencio que te contiene se desborda,
hace ríos en la piel mientras la eriza llenándola con tu nombre,
y mis ojos, se encienden, te delatan y te escriben 
en  este paisaje vestido de hojas.

Mientras la tarde cae, tú la recoges en tus brazos y la apañas,
la haces nube, versos y hamaca.
La haces viento mientras bebes sus colores 
y me dejas un cielo plagado de estrellas y de noche.

Mientras, te susurro todos los cuentos de luna.
Donde los faroles se encienden para escuchar mientras alumbran,
así tus ojos atentos, parecen encender también los míos
mientras un interminable día más se nos apaga.

Dentro, tu mundo girando hacia mi centro,
mientras los latidos lo mantienen caminando.
Tú, jugando...
Con los dedos de los pies y de la las manos.
Yo, callando, mientras cierro los ojos y te abrazo.

El día despierta buscando tus sonidos
para comenzar a pintar el sol con tus rubores.
Yo, te llamo, suavemente por tu nombre para irte despertando.
Tú, pateando, un nuevo día que levantas y sostienes con tus manos.


Silvia Carbonell L.



Nostalgia

Siento nostalgia, así nomas, de la pura, de la vacía que lo llena todo, de esa que acompaña en el camino casi siempre hacia ninguna parte porque en realidad lo único que quiero es volver con todo el dolor que me cueste, pero no, ya no es posible, no importa que el camino lo pueda andar a ciegas, simplemente no puedo volver.

Me duele el ayer que no puede ser presente y el camino que cada vez sea hace más ancho.Me repito a cada momento que es lo mejor que debo llevarme lejos todo lo que traigo y al mismo tiempo dejar lo que ya no llevo, me lo repito tantas veces que casi se vuelve mi mantra y sin embargo no importa porque el hoy me duele y me llena de infortunio que siempre será hoy.