martes, 24 de septiembre de 2013

TÚ ERES EL POEMA


TÚ ERES EL POEMA


Hay palabras que ensordecen
Otras que silencian
Poemas que de la manera más caótica
Refinan la atmósfera de ensimismamiento

Pero tú eres distinta
Hay algo diferente en tu piel
Otro vocabulario
Otro renombre
Una furtiva confidencia de la naturaleza

(Silencio en la habitación)

Yo callo

Porque no sé leerte de otra forma.


René Valdés Morales

Imagen extraída de http://allvibes.tumblr.com/

6 de septiembre de 2013


5 de septiembre de 2013


5 de septiembre de 2013.

Estoy sentado, de mi lado izquierdo tengo a una pareja, él se ve más enamorado que ella  y ella sólo habla de su trabajo. De mi lado derecho tengo un pasillo y después una viejita con lentes grandes, alado de ella está un matrimonio, una pareja de ancianos que en lugar de verse tiernos,  parecen molestos, no entre ellos sino con la vida. La fila tiene el número 16 y mi asiento es el C.

Tengo abierta la aplicación de “Notas” en mi tableta, suena Chan Chan de Compay Segundo y aunque hay muchas personas a mí alrededor, estoy solo, y por decisión propia.

La decisión la tomé desde abril de este año, las expresiones de algunas personas eran: ¡Qué padre!, ¿Por qué solo?, ¡Órale! y ¿En tu cumpleaños?

Hoy es 5 de septiembre y es la primera vez que voy a pasar un cumpleaños solo, o más bien la estoy pasando solo, quise festejarme y disfrutarme, no quise estar con gente ni hacer la misma rutina. Quise festejarme después de que me operaron en diciembre y estuve delicado, peritonitis, y que cuentan que casi no la libro.

Me encanta cumplir años, la mayoría de la gente me dice que su cumpleaños es como un día normal, yo me emociono desde un mes antes y en verdad estoy en cuenta regresiva, es festejar año nuevo. También Navidad y Año Nuevo son días normales. El único día anormal es cuando dejes de existir. Siempre hay que festejar los días normales.

Lo jodido del asunto es que suena muy bonito lo que digo, pero estando en estos momentos junto a las nubes, me regresaron las expresiones de algunas personas pero cuestionándomelas a mí mismo. Y sí, las preguntas son: ¿Por qué carajos me vine solo en mi cumpleaños? Sin pastel ni con quien festejar, por qué elegí ese destino y no otro y por qué carajos a veces hago lo que mis impulsos dicen y no razono las cosas. Toda mi vida he sentido soledad, crecí muchas veces solo y estoy solo, por decisión y por obligación, depende del día y del caso, pero hoy, 5 de septiembre, agradecido por llamadas y felicitaciones en redes sociales, me siento solo y triste, pero con la diferencia de que lo quiero compartir con alguien y no hay nadie. Está la chava que habla de su trabajo y que tomarán fotos para una agencia, y la señora de alado me pide ayuda para llenarle su formatos de aduana, está la pareja de ancianos, el señor tiene una migraña terrible y me compadezco, mientras que su esposa prefiere leer algo que no sé qué es, mis lentes están en la parte de arriba y no alcanzo a distinguir, y hay muchos más personajes, pero hoy estoy solo en mi cumpleaños, ni las nubes me consuelan.

No me sentía así en un cumpleaños desde el 2004, fue el primer cumpleaños sin que estuviera mi papá y no recibí su llamada para decirme: “te dejé en tu disco de Michael Jackson dinero, feliz cumpleaños, hijo.” (Era el disco de “History” doble y la caja estaba grande, cabía sin problemas dinero).

Lo jodido del asunto aparte de que estoy triste y solo, es que descubrí que otra de las razones por las que tomé la decisión de irme solo era para demostrarle a los demás que no quería estar con ellos y quería irme y alguien me dijera voy contigo o me dijera hay que festejarte antes o después, pon fecha porque te queremos hacer un pastel, nadie tomó esa decisión, qué feo que haya pensado en lo que los demás pensarán.


Pero bueno, hoy te quiero decir algo, que aunque no lo creas, sí te quiero, y aunque a veces te dañe mucho y no entienda, siempre te voy a querer y quiero estar contigo y que nunca estaremos solos. Feliz cumpleaños,  Pepe.


7 de septiembre de 2013

Qué feliz soy, y qué afortunado soy. Me la estoy pasando increíble y es algo que me encantaría hacer más seguido, está genial irse solo. Siempre agradecemos a alguien o a algo, pero hoy me agradezco por haber tomado esa decisión. Apenado, pedí un pastel hoy en un restaurante en la noche, y me canté las mañanitas en lugar de que me las cantaran. Qué bonito es cumplir años. Los de la mesa de alado se pararon a felicitarme y la mesera no me cobró el pastel. Hoy estoy en el hotel en esta ciudad que espero, algún día, a largo plazo, vuelta a visitar. Ahora quiero conocer más. Feliz cumpleaños, Pepe. Felices 28, feliz vuelta al Sol.
Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA

Minutos


Minutos…
6:00 p.m. – Un día cualquiera en el cual él contemplaba la inmensidad que radica en el silencio, y la perfecta sinfonía que deja el viento a su paso. Un día normal.
Busca en su bolsillo la cajetilla de cigarrillos,  enfila uno, lo acaricia como si de él dependiera mucho; lo posa entre sus labios,  quedando juntos ambos en un beso cual amantes fueran que han padecido días sin verse el uno al otro.
6:01 p.m. – Coge el encendedor, aviva su infierno que le permite incendiar la hoguera que le ayudará a convergir sus pensamientos caóticos en prosa escrita. El primer sorbo de aquel cigarrillo penetra sus pulmones hasta inundarlo por dentro,  exhala con los ojos cerrados, de forma trágica, pero necesaria.
6:02 p.m. – Ve el papel en blanco, observa como le tienta con su pureza, cual virgen incita con una mirada intenciones indecorosas. Cierra los ojos y siente el viento acariciar su rostro, y el efecto es inmediato.
Se traslada a la fantasía, donde la caricia es propiciada por la mano de su mejor mitad. Disfruta imaginar su roce, su calidez. Divaga de forma abrupta en la complejidad que sería  su aroma impregnado en sus manos, en cómo, de forma tan sutil, deja impresa su marca en él como si se tratase de una insignia personal.
Siente su mejilla contra la suya, como la piel comienza a sucumbir ante el llamado de la memoria de su dueña. Se torna inevitable. La besa. Se pierden ambos en el caos de un beso anhelado, de un momento suprimido por distancia.
En ese explosivo momento, el tiempo cede su poder a la casualidad y causalidad; se detiene, se congela, contempla como una explosión se encapsula en dos bocas jugando a acariciarse el alma. Se congela todo, siendo ellos, juntos, un infierno gélido.
Las caricias vuelan, el beso se prolonga hasta asfixiar la realidad, hasta extasiar en lo imponente el borde de la realidad que los contiene. Olvidan el mundo a su alrededor, se fijan enteramente en su palpitar, al unísono, tal cual un solo corazón latiendo en dos cuerpos. Se forma un tornado, dos cuerpos, siendo uno solo, en un abrazo infranqueable.

6:03 – Abre los ojos, comienza a escribirle…


Javier García

Líquidos



Sudor frío resbalaba por su cuello.
Colores verde olivo escurriendo por los ojos.
Miedo ante la asfixia.
Llanto del sapo.

LUIS A. RAMIREZ CONTRERAS
@larcq

Nubes celosas

Guadalajara callada

Algunas de mis noches tristes,
lloran historias de agua.
Como si fueran lágrimas calladas, 
apenas y se quejan en estos espejos,
los llantos de esta lluvia desconsolada.

Y lloró toda la noche 
hasta que se agotaron sus nubes.
No vi llanto más silencioso, 
que el que despertaban sus nubes.

Daba pena respirar 
su triste herida tan profunda,
en lo más obscuro de la noche
mientras se quedaba desnuda.


Y así lloró toda la noche. 
Como alma perdida sin consuelo, 
como si necesitara muchos abrazos.
sus lágrimas se aferraban al suelo.

Mis lágrimas eran muy pocas 
comparadas con su llanto,
apenas una pequeña pecera 
en medio de tanto océano.

Aunque cerrara los ojos, 
tenía despierta el alma. 
Imposible ignorar la pena de un llanto 
que iba narrando de a poco, 
cada una de sus lágrimas.

Y la abrazó la mañana 
porque el sol se había marchado; 
no soportó tanta tristeza 
de un cielo que se había quebrado.

Abandonó a cada nube 
que permanecía llorando, 
narrando en historias de agua 
mil penas que había callado.

Las que lloraron fueron las nubes, 
de un cielo triste profundo, 
mientras abrazaba sus penas, 
Guadalajara callada.

La musa más hermosa a la que he escrito, 
aún no termina de llorar, 
porque tanta pena tan honda
tarda mucho en depurar.

Musa de agua como los llantos, 
musa líquida que calla 
mientras se va derramando, 
en los brazos abiertos 
de la tierra mojada de Guadalajara.



Silvia Carbonell L.









Vestida de azul



Mis días han cambiado y con ellos mis colores. 
Pasé por todos ellos.
Desde el color tarde de lluvia que apetecía a rosa apagado, 
hasta los amarillos de euforia cargados de mucha alegría.

Pasé por los grises, pero no permití que me mancharan. 
Me alejé de los rojos de furia y los negros.
no les dediqué ni un momento.
Me abracé del café largo tiempo,
y con él se sostuvieron mis noches inquietas.

En silencio,
hasta que miles de tonos comenzaron a rodear mi ventana.
Las ideas, y sus brillantes colores cubrieron mi casa.
Y los plata, que venían cargados con mucha luz y esperanza.
En el inter, los dorados brindaban hermosas sonrisas.

Y mi cielo,
iba abrazando los colores de viento.
Sin embargo,
una luz de los blancos brotaba en mi pecho.

Fortaleza,
que mostraba los azules más bellos del mundo.
La esperanza y la fuerza,
de todos los colores reunidos desnudos.

Y amanece,
en mi pecho el color más hermoso de todos.
Y me baña,
de la luz más hermosa que ha vestido mi rostro.




Silvia Carbonell L.





María y el cafetal


En una de esas mañanas en las que sientes que el alma no te cabe en el cuerpo, decidí irme a pasar unos días en otro lugar, lejos de casa. Necesitaba un poco de aire fresco, aire nuevo, nuevos rostros, voces e historias.
Basándome en el gran gusto y amor que tengo por el café, decidí irme a Colombia.
Me dijeron que el lugar ideal sería ir a una pequeña ciudad llamada Armenia, en el Departamento de Quindío, en el eje cafetero. Ciudad que se encuentra entre Bogotá, Cali y Medellín, las ciudades más importantes de ese país.
Es una ciudad pequeña, con una flora impresionantemente bella, con numerosas orquídeas y exuberantes aves decorando el cielo. Águilas, gavilanes y hasta tucanes hay en esas ciudad.
Ahí conocí a un viejo llamado José. Le pedí me contara una de las historias que mejor recordara y así fue como conocí a la pequeña María.
María, vivía en una de las fincas más cercanas a los cafetales, hablaba poco con los lugareños, pero se le veía hablando constantemente entre las plantas de café. Parecía que algo les contaba, nunca nadie supo qué.
Usaba el pelo largo y oscuro, usaba siempre vestido y a veces no le gustaba usar zapatos.
El viejo José, que entonces tenía un pequeño cafetal, veía llegar a María todas las mañanas a acariciar y platicar con los cafetales. Caminaba entre ellos y parecía que contaba uno a uno los granos rojos de las plantas que eventualmente serían tostados para servir un buen café.
Una mañana de esas tantas, el viejo José decidió acercarse a la pequeña; le preguntó su nombre, su edad, porqué no estudiaba y hasta preguntó dónde estaba su mamá.
“Me llamo María, tengo ocho años, mi mamá se encuentra en casa y no voy a la escuela porque mi alma pertenece a los libros y a este cafetal.” Contestó la pequeña.
-Pero, niña, ¿no quieres ser algo más cuando seas grande?- Preguntó el viejo José.
-Estoy segura que estas manchas en mi nariz son señal de que mi vida pertenece a este cafetal.
- ¿Y qué les cuentas a estas plantas? Todas las mañanas te veo llegar a caminar entre ellos, y veo que las tocas y les hablas al pasar.
-Les cuento historias de amor y de cómo crecerán – contestó.
-¿Cómo que historias de amor?
-Sí, el amor hace que todo lo que nace siempre sea más bello y mejor y un día, con amor, yo quiero tener el mejor café de Colombia, quiero vivir en un cafetal.
El viejo José, jamás olvidó las palabras de la pequeña María. Buscó los libros que la niña decía y comenzó a hacer lo mismo con sus plantas. Con escepticismo, por supuesto, pues no creía en la totalidad de esas palabras.
Las plantas del viejo José no crecieron como él esperaba y llamó a la pequeña María para contarle la experiencia y trató de convencerla de que su teoría era equivocada.
-Es que no lo hace con amor, viejo José. Si no les habla con amor, las plantas nunca crecerán. Deje de tener dudas y verá.
El viejo, continuó por varias semanas y nada de la mejora en las plantas.
-Déjeme hacerlo a mí, y verá que no estoy equivocada.
El viejo José decidió dejar a María que hablara con sus plantas. Con la condición de que también estudiara, pues con el paso de las semanas y meses, había aprendido a querer a esa pequeña con gotitas de café en la nariz.
Cual va siendo su sorpresa, cuando al llegar la fecha de la cosecha, las plantas sí eran más grandes y los granos más rojos y dulces. El olor a café inundaba la propiedad del pequeño terreno cafetero y hasta contagió la armonía entre los trabajadores; pero no fue hasta que hicieron el primer tostado que se dieron cuenta de la verdadera magia.
El olor del grano inundó todo el Departamento de Quindío, las personas del poblado de Armenia se acercaron al tostado y comenzaron a sentir una inmensa felicidad. Comenzaron a abrazarse y a reír y cada día que pasaba era mejor la actitud de los otros para irse a trabajar. Sólo por poder respirar de nuevo el olor de ese café tostado.
Así nace el café Quindío. Uno de los cafés considerados como los mejores de Colombia y así, también, nace la historia de esta pequeña niña; María, quien enseñó a los cafeteros a cantar, amar y respetar a sus plantas como seres que también necesitan ser amados.
Ahora es parte de la rutina de trabajo. Hay personas que se dedican todos los días a contar historias de amor a los cafetales, les cantan, acarician y les entregan sus mejores sonrisas a cada una de las hojas de las plantas de ese lugar. Todos, desde entonces, aman su trabajo.

@LaCkatrina

Apagada la luz

“Lo más sano para nosotros es apagar la luz ...”


Siempre que la coincidencia nos abrazaba nos dejábamos apaciguar por la calma de ser uno; uno sobre el otro, o ya sea la posición que el viento quisiera; ese viento, un suspiro, un momento, dos personas. Lo nuestro se trazaba de noche y se caminaba de madrugada, a oscuras, apagado el foco, encendido el cuerpo.
Yo disfrutaba ser consecuencia, ella disfrutaba pagar todo lo que había hecho. Yo no le pedía permiso, ella me lo pedía todo.
Ella, como yo, apagábamos la luz para no encontrarnos los miedos, las vergüenzas, los prejuicios. Mientras tanto los seguíamos buscando encima de cada uno de nosotros. Por si ella se bajaba, yo me le subía, los motivos nos sobraban, yo ya lo sabía. Siguen siendo muchos motivos, yo por si sobran me los guardo. 
Yo no iba a escribir esto, a mí sólo me gusta apagar la luz con ella. Si me preguntan ¿por qué? —con ella aprendí a iluminar todo el cuarto.—


Réquiem (canto I)


“…Y no hay más miedo que no sentir, yo por eso me siento feliz. “ — Alexander U.

Qué canten todos los muertos!
los vivos de envidia lloran.
La tierra pelea un cuerpo
la lluvia en silencio goza.
¡Qué canten todos los muertos!
por esos que creen estar vivos;
los que acampan en un cuerpo
muertos de miedo ya no retozan.

¡Qué canten! / yo también he muerto,
de risa, pena y amor.
Otros mueren para seguir sintiendo,
yo he muerto sin sentir dolor.


Insomnio



Miro el reloj desde el sillón, ya pasa de la media noche. 
Es casi otoño, pero el verano hoy decidió hacerse notar. 
El calor y tu recuerdo se pegan a mi piel. 
Tu ausencia no es excusa cuando tengo tu recuerdo tan presente. 

No sé en que momento elijo la noche para pensarte; pero el día no me basta al recordar que la luna fue nuestro único testigo de promesas incumplidas y de un amor eterno que tuvo su fin en un infinito. 
El día no conoce que en una noche húmeda como esta, tocamos las estrellas. 
Fueron míos tus silencios y tus murmullos, fue mía la profundidad de tu mirada.

No necesitábamos del aire para respirar cuando compartíamos la respiración bajo las sábanas. 
Nos acariciábamos con tanta delicadeza que nunca creímos posible poder destruir el amor que tanto nos teníamos. 
Nos apretamos tanto el cuerpo que por un segundo se nos olvidó la fragilidad del corazón hasta que lo rompimos. 
Y los sentimientos se juntaron y mezclaron sin poder separarlos otra vez. “Lo mío es tuyo y lo tuyo es mío” pero nunca contamos con que ambos teníamos sentimientos distintos.

El insomnio fue cómplice de las breves noches que pasamos enredados, atados de pies y labios. 
Discernir tu piel de la mía era difícil, nos confundimos en cuerpo y alma. 
Con ayuda del alba distinguí tus intenciones, tan diferentes a las mías. 
Pero tapé mis ojos un momento, quise unir nuestros pedazos.
Creyendo que las cosas se ven mejor con los ojos cerrados. 
Tal vez por eso estábamos tan temerosos de abrirlos mientras nos amábamos.

Amantes de la oscuridad, de aquello que no se ve, pero nos encantaba sentir, enemigos de la luz, creábamos nuestra noche incluso durante el día haciendo presente a nuestras más oscuras pasiones.
Solo tú has sabido inquietarme hasta los días. 
Tú, el dueño de este insomnio que me tiene añorando el sabor de la fugacidad de nuestro tiempo. 
Te metiste sin piedad en mi memoria.

Se nos acababan los días y tus ojos me lo decían. 
Esa oscuridad que tanto nos gustaba se empezaba a apoderar de tu mirada. 
De la forma más masoquista yo le amaba, por que se parecía a la noche que todo el tiempo nos cobijaba.
Se apoderó de nosotros, nos convirtió en extraños. 
Y por mas que me aferré a ti, te escapabas de mis manos como arena seca en un desierto.

Nuestras noches pasaron a ser insomnios, nuestras caricias recuerdos y el amor un olvido. 
No importa cuanto nos alejemos, la noche siempre nos va a cubrir y la luna nos seguirá acompañando en la locura del deseo. 
Ese deseo que me encanta convertirlo en insomnio para aprovechar tu recuerdo para tocar todo mi cuerpo.
Y encontrar esa satisfacción placebo que, aunque no es suficiente, me permite descansar ahogando tu memoria en mi almohada. 

Que mañana llegue otoño, que se lleve mi ardor de ti, por que este insomnio solo es un motivo.
Que seque tu recuerdo para que se lo lleve el viento. 
Excusas me sobran para no olvidarte y horas me faltan para pensarte.  
Este insomnio más que ausencia de sueño, son las ganas de soñarte despierto en el frío y la oscuridad, que se parecen tanto a ti y a el amor que aún arde en mi espalda.