martes, 4 de septiembre de 2012

La mar


La mar

Ahora paga, honra.
Mala, ama a la mar, ama ese mar.

Es él.
Sal, aroma sea.
Relato tomar, ámala, lo sé fácil.
Pasado generó más edad.
Oiga, dale amor a ese ser, ámalo, use eso.

“Pairo me mareó”: Leí. “Herí a ese ser.”
Ámalo sola, mar es ese aire, hielo era,
memoria posee su ola, mar es ese aroma, él adagio da.

Desamor en ego das, aplica fe.
Sol a la mar amó total, era, es amor,
alas le será, me sé.

Amará.
Mala, ama a la mar.
No haga paro, hará mal.




Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA

Cualquier cosa (II)

Calor. Claxón. Acelera. Frena. Sirenas. Vuelta a la izquierda. Semáforo en verde. En rojo. En ámbar. Cambio de estación. Soda Stereo. Vuelta a la izquierda. Se baja del auto y tal como lo previó, hay una larga fila en la tintorería. Como siempre en jueves. Por eso ella viene los miércoles, pero ayer se le atravesó la cita con el dentista. Se siente sudada y cansada y no son ni las doce. Piensa en su marido. Si le cortase el cuello haría mucho ruido. Y sería demasiado sucio. Y parecería que le guarda algún rencor. Sería una pena que su cuchillería alemana de hojas de acero acabara frente algún Ministerio Público. Cortarle el cuello no. Además, es su sitio favorito. Le gusta hundir la nariz en su cuello, y justo en el borde de la camisa olerlo y encontrarlo. Sonríe. Su cuello es su lugar favorito. Cortarle el cuello no.

(continuará...)

Sol negro



Hay demonios que ensordecen agitando la lengua, 
se palpan con la intención y el deseo malsano de herir, 
de gemir apenas apretando los dientes.

Ocurren en la inmensidad del espejo, en la mirada cargada de aleteos imposibles.

Imperceptibles apenas se sienten como puntos de fuga, 
con toda la propiedad de soles grotescos, burlones sí; 
pero soles hermosos conscientes de su belleza descarnada.

Están ahí, abriéndose en lo profundo de algo
que brota índigo entre la voz y las manos.

Se invocan en la penumbra con las piernas aladas,
y el vientre disfrazado de anémona,
ofreciendo la herida roja y palpitante;
aguardando sedientos, 
hasta desvanecerse
en un breve quejido hundido al final del grito.

Están ahí, soñándote, soñándome;
preguntando sin saber qué pasa, dudando entre
la piedra, la sombra,
el ave, el viento, 
tú o un pedazo de vida desmemoriada.


Están ahí, afuera.


Y yo aquí, respirando un mounstruo lleno de sangre y etcéteras. 


Alma E. Palma



Microcuento


¿en qué lugar te gustaría morir?

y ella, se acordó de ti.


claudia v
@claudiagvv

Emprendiendo el viaje


Y me encuentro emprendiendo el viaje,
con muchos anhelos,
sin ningún destino,
más que el vivir.

Y tomé mis cosas,
que sólo eran mis raíces,
y a emprender el viaje,
para no volver.

Y me encuentro sola,
en este éxodo,
con el único destino,
más que el vivir.

Veros Ruiz
@veros_ruiz
http://angela-natalia.tumblr.com/

La paradoja del Conejo blanco, cojo y saltarín

Y así empezó el día del conejo blanco de piernas invisibles y pies largos, que al despertar después de una larga noche se le hizo corto el amanecer.
El conejo blanco, de orejas largas y blancas no escuchó el gallo cantar, ni siquiera ese silencio aturdidor que estremece el suelo de donde estaba sujeto.
Vestido de piel de animal salió desnudo de alma y mente, con un corazón de una mano y un latido en otra, y aunque no creía en el amor a primera vista miró a aquella coneja, de rabo corto pero extenso, que sacudía el deseo en cada paso mientras volaba, firme y segura de su belleza, y aquel conejo, de ojos rojos y vista corta, se le acercó al futuro sin haberse movido del presente, con un beso entre labio y labio aunque sólo podía sentir su bigote, que fingía moverse al compás de la brisa, mientras los árboles quietos seguían escribiendo la paradoja de un conejo que intentaba saltar sin tener piernas de donde apoyarse.

Camilo Villanueva Esquivel
@LetraSilenciosa

Una mañana más

Una mañana más que me descubro pensando en ti, anhelando todas y cada una de tus caricias, suspirando por tus letras, extrañando tus besos.

Una mañana más que vivo lejos de ti, tu ausencia pesa, pero basta mirar hacía atrás y recordar todo lo que hemos vivido, sonreído y amado. Bien vale la pena todo lo vivido para encontrarte.

Quiero sentarme a platicar, como es que me enamoré de ti, un hombre único, autentico, soñador, escritor, excepcional… una mañana más que me descubro enamorada de ti.

Una mañana más en donde lo único que quiero es demostrarte lo feliz que me haces, a tu lado conocí la intensidad que existe dentro de mí.

Fernanda Acosta
@Desea_Me
http://elpuntofinal.tumblr.com/

Oquedad



Sabía que el tiempo era aquél, quien se encontraba dormido
sobre la mesa de noche,
y lo dejé dormir, escuchando sus respiraciones
con la saliva ahogando las palabras.

    Y se extinguía.

La ausencia lame la piel con un dedo dibujándola
el dolor sabe de qué color es la mirada,
ya no me atrevo a mírarle de frente.

    Déjame caer.

Abajo me espera un río de aguas revueltas,
y la realidad se parte entre líneas suspendidas.

La ausencia es la mirada que no tengo,
y en ella vive el dolor
y la historia se difumina en claroscuros
hay una escala de grises que se está sembrando en la piel.

    Déjame salir.

Afuera hay una página que quiere escribirme
y la tinta está mojando el papel
y el lápiz tiembla contra mí.

Y una canción se desvela en palabras repetidas,
entonces vi que el sueño dormía dentro de mí
y luego la noche que lastima,
porque no tiene quien la sueñe.

Hay un par de lágrimas bailando en las pestañas,
un leve parpadeo acabó derribándolas
cada gota es un camino que no sabe a donde va.

    Caemos.

Una madrugada me está mordiendo la piel,
es un ahora que se desliza porque me sabe.

Están cayendo las aguas de la boca,
tienen el sabor del miedo, y en ellos habitan mil abismos.

Una luz artificial baila en medio de la nada,
y la nada se difumina en silencios.

    Algún día se escucharán.

Hay un camino que se detiene,
me imagino que no sabe dónde encontrarse.

Hay una marea de madrugadas
erosionando los tiempos.
 
Y yo aquí, te veo desmoronarte entre mis dedos.


Alma E. Palma

Génesis (I)


    Las horas apenas se movían. Entonces miré el humo arremolinándose al tocar el techo, vi más allá y abrí los ojos cerrándolos mientras se abrían. Y así, casi sin quererlo, llegué al principio, cuando Dios todavía era un niño. Puedo suponer que Él no sonreía. ¿Qué caso tiene sonreír sin nadie que sonría a nuestra sonrisa? Puedo suponer que, ya cansado de tanta soledad, gritó tan fuerte que la nada supo que existía. Así la noche decidió ser noche y el día día. Miró hacia arriba para que sea el cielo. Dio un paso para que la tierra sea bienvenida. Pero el polvo sólo era polvo y eso dolía. Entonces lloró porque no entendía, y las lágrimas derramadas impregnaron el polvo. Y así nacieron el barro y la primera sonrisa.

     Rubén Ochoa

La clave de Sol


Exclusividad

Quiero amar con exclusividad y sólo me aparecen corazones compartidos. @mariana_aran

Algunas nenas no lloran

Manuel me dejó.

Para escribir un cuento hay que alejarse de la vida real. Porque en la vida real, es decir: lejos de los papeles en blanco y las suposiciones afiebradas de las escritoras standard como yo, que tratan de bucear hasta lo indecible en cuestiones sin importancia; como las miradas que alguna vez alguien me echó cuando me empeñaba en buscar respuestas en mi taza de café, o el sonido del viento jugando con la cortina de la ventana de mi cuarto; cosas así, sin vitalidad, sin fuerza, que sólo sirven para rellenar los relatos con frases hechas. En la vida real, como iba diciendo, las historias, y sobre todo las historias de amor, empiezan más o menos así: alguien, que puede llamarse Johnny o Manuel un buen día se da cuenta en la ducha, en un insomnio, en una esquina, mientras come un Big Mac, que Mariana o Michelle, tiene unos ojos verdes o azules o marrones que le calan hasta el alma, y que la misma piba que hasta ayer no le promovía más que un poco de ternura, hoy le empieza a picar en la garganta, en los brazos y en las piernas; o tal vez así: Michelle o Mariana una tarde cae en cuenta que el chico de al lado, que se puede llamar Johnny o Manuel, que hasta ayer no le promovía más que pena, por el saco demasiado largo y gastado, hoy le mueve los estantes al punto de pensar que lo más importante del mundo es abrazarle ese cuerpo flacucho y endeble, y decirle que el saco le cuelga mejor que a nadie.

En la vida real, los datos triviales del pasado de Johnny/Manuel y Michelle/Mariana, a nadie le importan. ¿O acaso alguien se pone a pensar al ver una de esas parejitas en la plaza, a qué edad largó el chupete, si se comía las uñas o si era el gordo del grado?; nadie piensa en telas de araña cuando pinta la pared, nadie se imagina tumbas cuando ve florecer un jazmín. Nadie. Al menos no la gente normal, y no está mal que así sea, porque sería desastroso (sobre todo para las escritoras standard como yo) que la gente quisiera encontrar en un cuento, las intrascendencias de las parejitas que pueblan las plazas y se matan un rato a besos, mientras vos paseás el perro y los mirás como diciendo “Quién pudiera”.

Para escribir un cuento, insisto, no hay que ser real. Una escritora standard como yo nunca debería relatarlo como si lo estuviera viviendo, como si estuviera en la plaza conocida y fuera uno de los lados de la parejita común presa de manoseos comunes y de su pasión poco común por las películas dirigidas por Kim Ki-duk, y tampoco deberá cometer el error de escribir ningún nombre verdadero, que a lo Pavlov le recuerde su historia, su plaza, y su “Quién pudiera”.

Mucho menos deberá acelerar los tiempos; me refiero a esa tentación de matar al gato antes de que huela el pescado, lo coma, se indigeste, y se sueñe el protagonista de Cementerio de Animales. Para ser clara: una escritora standard como yo, nunca debería comenzar una historia de amor por el final.

Será por eso que esto no es un cuento.

-.-

Mi cuento también fue publicado en el blog "Mujeres Con Espadas": Lado B: Algunas nenas no lloran

Ya me adivinó


Ya me adivinó,
sabe que soy de sombras
y luz brillante.

Ya me adivinó,
sabe que no me quiebro
pero me rompo.

Ya me adivinó,
sabe que soy principio
de sus finales.

Ya me adivinó,
sabe que estoy latiendo
por culpa suya.

Desierto blanco

"Esta poesía es en blanco. Espera tu tinta para hacerse."
@mariana_aran

Alguien

Dejando huella


Dejando huella...


                                          ...aunque tenga alas.

Ana R.