martes, 16 de julio de 2013

5 de julio


 
En dos meses cumplo un año más de vida y me festejaré viajando solo mientras que hace dos meses era domingo.

En once meses será jueves mientras que hace once meses estaba en el velorio de un amigo.

En seis meses estaré volando a un lugar conocido y hace seis meses estaba en cama recuperándome abierto y vacío.

Hoy es cinco de julio y lo anterior escrito no tiene sentido, sólo sé que hoy estoy vivo.
 
Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA

Rumbo al arcoiris


En solo una noche



La primera vez que la miró a los ojos supo que se casaría con ella; no era la mujer más guapa que había besado ni la más inteligente a la que había escuchado, pero puede que fuera una de las más divertidas.

Pasó toda la noche pendiente de sus convrsaciones, de los gestos de sus manos. Se le dibujaba una sonrisa cada vez que oía el excéntrico timbre de su risa.

Ella, tan vanidosa, sabía que era observada y jugaba con su pelo. A veces le dedicaba algún vistazo de reojo, tan descarado como efímero y subía la voz en todos sus comentarios picantes para asegurarse de que era oída.

Se volvió loco por la reina de la fiesta en menos de dos horas. Memorizaba cada detalle. Sabía que se llamaba Adriana, que tenía 24 años y que había terminado historia; se moría por viajar y conocer mundo; le gustaba el negro para vestir en fiestas y el morado, naranja, verde y demás para su día a día. No era ni la mitad de experta que él en literatura pero conocía de memoria los diálogos de Regreso al Futuro, tenía una sensualidad de lo más cómica… Esta chica era diferente.

Por fin consiguió entablar conversación directa, estaban los dos solos, contándose anecdotas de adolescencia, bebiendo vino. Él se imaginó el resto de su vida a su lado de esa manera. Ella se preguntaba si sus manos sabrían agarrar su cintura como deseaba, como necesitaba.

Sí, había química, él era todo menos aburrido y se sentía cómoda; Pablo hablaba de su viaje en moto por Italia, de la vida, obra y milagros de Woody Allen y de como los ojos de Adriana le habían hechizado.

Cuando despertaron ella también se había enamorado de sus palabras, de su arrogancia, de su experiencia… No estaba acostumbrada a la madurez, a la estabilidad que un hombre así le podía brindar. Él preparó el desayuno y la acercó a su casa donde dió mil vueltas sobre si misma, se sentía invencible, irresistible.

Un par de semanas después descubrió su único defecto: estaba bebiendo vino en otra fiesta, hablaba de viajes en moto, de Woody y de como los ojos de Zoe lo habían hechizado.

Ester Sinatxe.

No nos quedará un ahora



Habrá días en los que me recuerdes tal y como estoy, otros sobre tu hombro y otros ni sepas mi nombre; habrá un tiempo para callar y otro para correr en mi búsqueda. Habrá, seguro, un tiempo en el que llueva sobre mis huellas.

Serás tú quien escriba en un diario sobre mi ausencia y las tardes que pasé dormida en tu regazo, serás tú quien descuelgue mis fotos de la pared. Serás tú quien reniegue de haberme conocido.

Seremos un anhelo en las noches de borrachera, noches en las que brindarás en silencio por lo que te hice sentir y nunca te atreviste a escribirme. Seremos una oportunidad que dejaste ir con la corriente del río en el que nos bañamos. Seremos lo que nunca quisiste que fuéramos.

Seré tu memoria malgastada y tu insomnio. Seré quien te despierte con el frío de mis besos perdidos. Seré fantasma que te ata cadenas y sábanas.

Habremos terminado lo que nunca quisiste empezar.

Ester Sinatxe.

El hombre de la linea


De saber perfectamente que te amo, a no saber qué pensar de ti, ahí estuve parado en esa tan mencionada línea que divide el odio del amor, fui privado de mi libertad, perdí mi derecho a elegir, en total oscuridad con mis ojos vendados y dando vueltas esperando caer del lado correcto, era cuestión de azar, al parecer era cuestión de esperar.
 Pero cualquiera que fuese mi destino jamás olvidaría esa sensación de estar parado ahí, a veces anhelando ir hacia un lado y al mismo tiempo siendo por el otro arrastrado; Atrapado entre las dos fuerzas más grandes que pudieran existir, rodeado de personas que ahora son solo gente, de amigos que se volvieron tan solo un espejo, espejo que ahora al verlo se convierte en el único capaz de entenderme; A tales fuerzas pude resistir, a tan intensas gravedades soporté el tiempo suficiente, hasta que termino al fin y entonces me dejaron ir, fue cuando sentí que pude escapar, pero… 
Hoy me siento diferente, creo que no soy el mismo de antes, al parecer pagué un alto precio, ciertamente tuvo consecuencias mi estadía en tan extraño lugar, y es que tal polaridad corto mi alma en dos pedazos, convirtiéndome en el hombre que sabe lo que es amar, y que tristemente también lo que es odiar con la misma intensidad, quizá esa no era la única forma de salir, pero si la única forma de sobrevivir, ahora la línea la llevo siempre conmigo, ahora soy el hombre de la línea divisoria…

Ronald Flechas
@iPerspectivo

Ojeras


Las ojeras: esas bolsas negras que se hinchan y viven debajo de los ojos como signo inequívoco de cansancio y/o estrés. Que también se traspapelan al mundo emocional y se muestran como cómplices del amor y el desamor en la vida.
¿Cuándo es que hay que estar orgullos@ de nuestras pequeñas bolsitas de vida?Enamorarte es desvelarte. Es no querer dormir con tal de aprovechar toda la vida que te queda para poder estar con esa persona. Son pláticas hasta las tres de la mañana. Son salidas hasta las seis de la mañana. Son borracheras, idas al cine, cenas, bailes, música. Enamorarte es despedirte del descanso para cansarte suspirando. Y después empiezan las pijamadas. Tu cama, la suya. Y al principio, dormir es la última prioridad. Después, tratar de dormir es un esfuerzo casi cómico. Se tardan en acostumbrarse a sus movimientos nocturnos. Uno ronca, la otra habla, uno se despierta, la otra se preocupa. Ojeras. Grandes, negras, pesadas, felices. Son ese tipo de ojeras que da gusto presumir. Que merecen medalla. Que no hay porqué esconder. Son las ojeras del aprendizaje, de querer memorizar todo lo que es y lo que eres y lo que son juntos. Son las ojeras que siempre deberás recordar con cariño.
Y después vienen las otras ojeras. Las ojeras del desamor. Las ojeras de la confusión. Las que son testigo de las noches que te quedaste despiert@ tratando de entender qué paso. Son madrinas de tus noches de insomnio en las que pasas viendo películas que ya has visto mil veces, en las que pasas saliendo con amigos y tomando para olvidar que te duele. Son las ojeras del “¿Cómo me metí en esto?”. Las ojeras del “¿Y si lo perdí para siempre?”. Son las ojeras que te recuerdan que a veces es más fácil estar soltera. Y después bautizas esas ojeras con nombres de amantes, de personas que te confunden, de decisiones que evades, de realidades que escondes. El desamor es un cúmulo de ojeras que guardan la evidencia de lo que un día fue cariño.
Al final la vida es un cúmulo de ojeras y está en nuestras manos decidir con qué tipo de ojeras queremos vivir. Pero algo está claro, las ojeras son inevitables.

Versos Desesperados


Versos desesperados

Me tiritan las manos de tanto extrañarte
Y las palabras me miran casi lisonjeras
Qué fácil se me hace evocar tus caderas
Que desatan mis hogueras sin siquiera tocarte.

Quien habla con el alma jamás mentirá
Mas la vida dirá si tiene razón
Mi alma pregona con desesperación
Tu nombre; un escudo que jamás cederá

Pobre de los dioses de espíritus titanes
Que ignoran el volumen de tu predicamento
He revisado en leyes, decretos y estamentos
Y en todos me someto a tus señas y ademanes

Pasión desenfrenada es lo que ofrezco
Si lo aceptas, estréchame una de tus alas
Cual océano impensable quiero vivir en tus mandalas
Desde te vi soy otro, yo te pertenezco

No cabe tanto sentimiento en mi mano derecha
Pero nunca he dicho que escribo con la mano
Hay entrañas en eso que llaman amor sobrehumano
Antes del beso fue la risa, antes de la risa fue la flecha.

Alejandra, tu nombre guarda secretos medievales
En él viven unicornios, minotauros y pegasos
Y yo siendo un chusco, un bufón, un payaso
Gozo de tus ríos, tus riveras, tus manantiales.

El mundo está callado, deja que se labra
Si existe la revolución siempre la presencio
Nadie como tú hace silencio del silencio
El poeta se enamora cuando lo dejan sin palabras.

Me tiritan las pupilas de tanto buscarte
Y los sonidos me ahogan casi zalameros
Que fácil se me hace evocar tus aguaceros
Que desatan mis torrentes sin siquiera alcanzarte.

René Valdés
@Renealonzo


Esos tienen corazón

 
Sabes  pedazo de mi alma, ellos también tienen un corazón
abstracto que les late, ellos también conocieron el amor de su
madre, de su padre o de la abuela Chenta, ellos también
acariciaron a un gato hambriento en su niñez y dejaron que
amablemente él les rasgara las manos.

Sabes pedazo de mi alma, ellos lloran  en las noches, sufren en
las madrugadas y se levantan de un solo brinco a las cinco de la
mañana, sabes pedazo de mi alma, a ellos su corazón les habla
cada que deben de ir a los once pasos,
pero su deber, su seriedad programada y sus cuentos,
les ordena: dispara.




Miriam Ochoa

Para querernos


Estábamos para querernos y sí,
nos quisimos como quien no se quiere mucho.
Era para no dañarnos mientras querernos fuera hecho,
mientras, estábamos para querernos y sí, te quiero.

Estabas para quererme,
más te quise más de lo que se podía querer,
el limite fue quererte, por quererte volver a ver.

Estabas para quererme,
y me quisiste con miedo y sin él,
me querías por las noches, y por las noches me dejaba querer.

Ven y dime,
— ¿me quieres cómo ayer?,
—yo te quiero con querer.
Para querernos yo quiero lo que el amor redime…

Te quiero,
 el limite es amarte, pero,
ese es otro poema, espero,
contigo volverlo a hacer.


Alexander Ureña

Miedos





Admiración mas que terror, 
para superar una fobia.
Mirar desde otros ojos, 
desde otro punto de vista.

Ana R.


Mientras la ciudad duerme

Voy a fingir por un momento que cabalgo la noche, 
y me lleva a todos los lugares 
donde quise estar a estas horas cuando la ciudad duerme.

Tal vez visite teatros para disfrutar sus murmullos en silencio, 
o las plazas con sus vitrinas cerradas y sus maniquís despiertos.
Evitaré los templos para no escuchar sus sermones 
y lamentos pintados en las paredes mientras un rezo se escucha al fondo.

Es posible que visite mi casa favorita. 
De la que algún día vestiré sus ventanas del sol de mis buenos días.
Platicaré con los árboles y faroles de cada cuadra. 
Ellos cuentan mejor que nadie, las historias que la noche apaga.

Posiblemente tope con semáforos enojados 
que nadie presta atención cuando se encuentran saludando.
Caminaré con la tranquilidad de un infante explorando. 
Desde avenidas y callejones, 
hasta parques dormidos con el eco de los niños.

Y cuando pase por cada ventana con una luz encendida, 
imaginaré que es una madre intentando arrullar en brazos a su pequeño.
Es posible que me familiarice con los espacios, 
que de día por las prisas siempre acabo ignorando.

Abrazaré el asfalto. 
Siempre quise tumbarme en medio de una avenida, 
mirar el cielo de noche, contando todas sus estrellas.

Y cuando amanezca, me habré marchado. 
Mi caballo seguramente se alejará cabalgando.
Yo, en cama dormida, 
esperaré que la mañana me reciba con sus buenos días. 
Con una taza de café muy cargado, y contigo entre mis brazos.

Silvia Carbonell L.


No te rompas

Nunca te dudes más de lo que yo jamás te he dudado. 
Nunca te dudes.
Y no vayas pensando que el cielo pueda caerse a pedazos 
aunque se te derrumbe por dentro. 
No lo pienses, aunque lo sientas.

No llegues con las penas vistiéndote los ojos, 
no lo hagas, 
aunque por dentro el llanto te amenace y se desborde.
Porque verte roto a mí me parte, 
me rompe en todos los pedazos que te guardan.

No te rompas, llega entero, 
porque entero comencé a visualizarte. 
No te rompas, llega entero, 
aunque por dentro no estés en pedazos sino en polvo.

Son tus pies plantados en la tierra, 
lo que a mi espalda le da alas.
Es la voz de tu palabra en mi palabra, 
la que se clava en la luz de tu mirada.

Y no hay roca más fuerte que tus manos, 
que me sacan de la tierra en el momento.
No hay ancla más segura en el oleaje, 
que tus ojos iluminando nuestro cielo.

Por eso, no te rompas, llega entero.
Porque entero, no me rompo, ni me quiebro.


Silvia Carbonell L.





Como ave sin regreso


(POEMÍNIMO)

Hasta donde llegue el tope de tu viento, 
que me traiga tus palabras de regreso.
Que no olvido eso es cierto, 
pero al mismo tiempo también muere lo que siento.

Que nunca nos llegue el silencio, 
pero si llegase, que llegue con nuestros murmullos por dentro.
Y mientras tanto, no me quiero cerca porque duele, 
ni lejos porque no puedo tocarte.

Por eso vuelo como ave sin regreso, 
cuando la pena envuelve el sentimiento.
Por eso vuelo y no volteo, 
porque voltear es no emprender el vuelo.

Silvia Carbonell L.