martes, 27 de marzo de 2012

Esta sombra que soy

Mi sombra, 2011.

Eterno en ti

Ojos color amor
Piel de sentimientos,
Amante de la pasión
Déjame entrar en tu lecho

Deseo beber tu sabor
Saboreando tu cuerpo,
Amante de la pasión...
Quiero sentirme eterno

Eterno en tu romance
A tu lado he de estar,
Cada noche recordarte
Ser tu ángel guardián

Hermosa flor de mi piel
Florece tu amor a diario,
Tan solo describo tu ser
Y me gasto el calendario

Contando las horas
Para poder ver tu rostro,
Se impone como olas
En mi mar de invierno

Y encuentro tranquilidad
Cuando tiendo mis brazos...
Cobijando tu integridad
De la noche y el ocaso.

Juan Gabriel Cattaneo
El Taxista Sentimental
@taxisentimental
http://eltaxistasentimental.blogspot.com

Me sucedes

Me sucedes constantemente,
a cada respirar, a cada pensar.
Bebiendo café sucede que recuerdo tus ojos y su tibieza
me recuerda a la que dejas en las sabanas al despertar.
Al fumar, sucede que en el humo del cigarrillo
puedo ver tu silueta, danzando para mi.
Ver el cielo nocturno y fijarme en las estrellas
es recordar el brillo de tus ojos.
Un simple suspirar y sucede que a mi mente
llega cada momento que pasamos juntos.
Tan solo sucede… que me sucedes.


Camille
@Proud_Hika

Historias descabelladas 2

Con su aire de forastera y el cabello desaliñado entró a la pequeña tienda de artesanías. La vendedora juzgó en silencio la falta de armonía cromática en las ropas de la visitante, luego de las risitas fingidas y los protocolos mercantiles le preguntó: - que desea -

La compradora respondió: quiero una mochila.

Durante varios minutos la extranjera miró todo el inventario sin resultados positivos. Cuando ya se marchaba miró a un rincón y dijo: quiero aquella, esa es la que estoy buscando.

Sorprendida la empleada de la tienda trató de explicarle que esa mochila no estaba terminada.

Pero la extraña mujer le dijo con vehemencia: véndame esa, no importa el precio.

Una vez empacada la pieza incompleta, la vendedora le dijo a su cliente:

- sólo por curiosidad me gustaría saber, ¿para qué compra una mochila sin fondo?

La otra mujer le respondió:

Es para recoger mis pasos.

Taber Segura
@Tuiterodactilo

Acorazado

Ese corazón nunca debió salir de su coraza. Debió quedarse encerrado en su cascarón, guardado. Ahogándose sólo en su soledad, hasta cansarse. Debió quedarse y no salir. Nunca salir. Los corazones que se aventuran a salir de sus corazas nunca terminan bien. Cuando salen están expuestos a todo, y es un juego de azar: puede que les toque amar, puede que les toque doler, pero siempre es más seguro lo segundo. Un corazón acorazado está seguro. Nada entra, nada sale. No se arriesga, pero no pierde ni gana nada. Se queda ensimismado, como aturdido, pero seguro y rodeado de esa felicidad vacía que tienen las flores antes de marchitarse en un jarrón. Por eso, ese corazón debió quedarse en su coraza. Donde nadie lo tiene y tiene a nadie. Donde nadie lo piensa y piensa en nadie. Donde nada es doloroso, ni placentero. Donde el vacío, al menos, es sincero.

Cita en el cielo


Desde lejos, a mil distancias,
Existen dos almas que por eternidades se buscaban
Atravesando las barreras que los separaban
Preguntándose en qué callejón se reencontrarían
Si acaso alguna vez sus sueños no sólo serían sueños
No querían esperar una vida más…

Su búsqueda fue exhausta, intensa, casi eterna…

Hasta que el silbido del viento,
El grito de un poema,
Las ansias de una frase,
Todas en un solo acuerdo
Los juntaron en un lugar donde la gente no alcanza a ver,
Encima de algodones flotantes

Allí son ya uno
Allí son solo amor…


Miguel
@iLeteo
http://cloudsoverme.wordpress.com/

Contra el cristal


Contra el cristal



Contra el cristal su respiración dibujaba la línea del deseo. Sus pechos aplastados eran dos nubes a punto estallar en una tormenta.

Cada empujón la aplastaba más, cada golpe le recordaba el placer del dolor. Dolor... sentía que estaba viva. Gritaba, y sin casi poder moverse, abrazaba la libertad.

Él se sentía poderoso dentro de ella y alargaba el placer abriéndose paso entre su fuego mientras las gotas caían sin descanso por su espalda. 

Ni nombres, ni pasados y mucho menos futuros. Eran tan solo un ahora mojado de sudor, saliva y semen. Tan del uno para el otro, que sobraba el amor.

Dos cuerpos que se funden, uno con el otro, otro con uno y la electricidad al sentir sus dientes en el cuello y el fuego en el vientre.

Ella explota y se empapa y le empapa, y se recuesta rendida sobre el cristal, pero él sigue moviéndose y en segundos vuelve a despertar su voracidad.

Y gime desenfrenada, cada embestida la penetra más dentro, al centro, y ella se eleva, escapa, vuela.

Él deja que todo su instinto animal se apodere de esos últimos segundos, y gruñe y aúlla y clava sus garras y deja de controlar su fuerza

Poderoso siente que su erección sujeta el universo, con un gruñido gutural se derrama dentro. Los ojos cerrados, el cuerpo abierto.

Y ella vuelve a sentir como se encharca su cuerpo y se derrite. Se separan y el mundo real empieza a levantarse de nuevo a su alrededor.


Ester Marfer & Julio Muñoz

Mientras digo la verdad.

Podré mentirme y mentir a todo el mundo...
hoy y los días que yo quiera...
y cuando esté muriendo creer que podré vivir...
pensar en lo mucho que me importa el resto de la gente...
así ellos crean que me importan poco...
y la verdad es que a veces sí es así.

No tendré que escuchar absurdas palabras de aliento...
mentiras más falsas que la realidad...
seguir confundido por publicidad que hace a este mundo perfecto...
fingir que mi vida es una perfecta vanidad...
no se puede establecer parámetros de risas...
no se puede querer por querer.

Y así de triste se siente mi rostro...
no hay realidad más dura que la que no se quiere aceptar...
podré decir que los perros lloran...
¿y nosotros?, ¿nosotros qué?..
adivinanzas, acertijos y demás...
¿somos?, ¿qué realmente queremos ser?

Pude mentirme y mentirte hoy...
pero mañana no sé si podré...

Instante amargo.

Tengo una alegría amarga
inconclusa un poco débil.

Trato de ver las cosas buenas
pero los cuentos de mi infancia salieron de mi mente.

¿Cómo ver ilusiones auto impuestas?
¿Cómo mentir ante el espejo?
¿Cómo no reconocer lo que conozco?

Se dicen las verdades en momento de histeria
mas no puedo gritar con sentimientos de angustia.

Dejaría de pensar negaría mis pensamientos
ocultaría lo que creo y detendría mi razón.

Mientras lloramos.

Pienso creer que he descubierto un fin
creer que deseo algo fuertemente
aunque pienso tanto en ello
sé que para mí aún no termina el día.

Anhelo sonreír al día unos instantes
pensar que mis pasos no pasan de tres
imaginar que no sé multiplicar
que leer aún es prohibido para mí.

Me desespero por dejar de respirar
por decir que la vida es una farsa
encerrarme en medio de la nada
gritar por una verdadera libertad.

Poder mirar a mis ojos como al horizonte
ser irrelevante con las verdades
decirles a todos que la locura es común.

Sonreír mientras todos lloramos
sonreír, sonreír, sonreír.

Mientras

Mientras ustedes esperan a "la incondicional", las condicionales nos la pasamos chido con sus amigos.
Mientras ustedes lloran por "la que se fue", las que nos venimos nos divertimos mucho.
Mientras ustedes buscan a "la que vuela", las que caminamos ya nos fuimos.
Mientras ustedes sueñan con "la buena", las malas ya nos hicimos realidad en otras sábanas.

Conclusión:

No se queden en el mientras, chavos.

Sola

No me gustaba marchar así,

huía, pero cuando quise darme

cuenta estaba ya tan lejos
que regresar no podía.

Me llevé conmigo todo el dolor
del engaño y la desesperación de
la mentira. Callando con crueldad
el temor a la verdad. Verdad que
posiblemente ya conocía.

La verdad, tu verdad, mi verdad.
quien sabe donde empieza y donde
acaba cada una. Ni siquiera puedo
creer que exista alguna
para poderla contar

Ciega de dolor, con la soledad
de compañera, partía otra vez
simulando una huída, cuando
para ser fiel a mi verdad, tan
sólo quería ocultar mi cobardía.

¡Qué cruel es la verdad!
Tanto culto cómo le rendimos
y que lejos estamos todos
de llegarla a alcanzar. Somos la
sincera mentira de nuestra verdad.

Daría.



Señalamiento en camino rural de Nuevo León

... o La Triste Realidad de México, 2008.

Héroes

"Tambien somos los héroes que nos inventamos"

Frases twitter @mariana_aran

Buen día


Las Voces

(…) y les juro que perdí la voz.

¿Cómo explicarles mi martirio?, o lo que es más triste: ¿cómo pretender que puedan vestirse en mis ropas, por un instante al menos, y padecer lo que yo vivo con la habitualidad del diario en las mañanas y el cigarrillo después de las comidas?. Sólo puedo decirles que oigo voces todo el tiempo. Desde que tengo conciencia de entender algunas cosas del mundo, vale decir, desde que abandoné como propios los mandatos y consejos paternos, y comencé a formarme una opinión más personal acerca de las religiones, las modas, los eventos culturales, las cuestiones sociales y demás, yo escucho voces.
Algunas leves, más parecidas a un suspiro, otras como metidas en una caja de resonancia; unas con apremios angustiantes y otras con consejos alentadores; unas a medianoche para desvelarme los sueños, y otras en pleno día, sin pudor a plena calle, sin recato en medio de un almuerzo de trabajo o en la junta de patrocinadores de un Centro Cultural; vozarrones y murmullos metidos en mi mente, que al principio me hicieron pensar en una lenta y gradual pérdida de mi lozanía mental; voces en la almohada, en las paredes, entre besos, entre sollozos.
¿Entienden el significado del latín?, yo lo aprendí con una de las voces, que se pasó susurrando versos apocalípticos de vaya uno a saber qué biblias profanas, durante una semana entera en mis oídos. ¿Comprenden la química extraña de los átomos?, una voz demente con protones y neutrones de doce días. Y así un mundo de revelaciones sin sentido. Un millón de conocimientos que nunca pedí obtener. Pero que tuve y tengo por ellas.
Oigo voces en el pasillo, justo cuando estoy mirando mi programa preferido, o cuando me quedo embutida en alguna lectura constructiva, y luego de oírlas nada es lo mismo: ahí nace la terrible necesidad de acallarlas, prestarles atención, quitarlas del paso con contestaciones inútiles, entablar conversaciones incoherentes con interlocutores incorpóreos que siempre ponen en duda lo que digo, hago y siento, ganas de patearles el trasero y mandarlas a dormir sin reparos, ganas de que me dejen sola y ganas de su compañía, que siempre hacen menos solas mis tardes de domingo.
Claro que mis voces me han acompañado desde la niñez, pero en aquella época no podía, ni sabía, reconocerlas como tales; únicamente tiempo después, entrada ya en la adolescencia, algunos recuerdos infantiles me trajeron a la memoria episodios con las voces: en la plaza Arenales, a punto de subir al tobogán, alguien susurrando por lo bajo “No te tires, tendrás tiempo de caer tarde o temprano”, y en aquella heladería de Devoto, justo antes de acabar con mi postre de fresa favorito, alguien canturreando en mis oídos un “No termines aún, tendrás tiempo de acabarte la dicha de un solo trago cuando esto sea nada más que un recuerdo”. Cosas así todos los días, antes del baño matutino, después de los cartoons y el café con leche, frases hilvanadas por un monstruo ciego, cuyo rostro nunca pude ver: “Aún no es hora de probar cuanto vales”, “Alguien te demostrará que es cierto lo que temes”, “Bravo! Continúa! No te detengas!”, “Que lindo es ver cómo sonreís”.
Y ya mujer, en épocas de cafés filosóficos y carreras de postgrado, chistes malos y clichés en mi oreja todo el tiempo: en medio de un examen final de Psicopatología, una voz de viejo gritando: “Nunca digas nunca, nunca digas siempre, no digas palabras que te comprometen” y en la cátedra del los viernes, entre las explicaciones del Profesor Echeverría, una voz infantil diciéndome: “¿Te sabés el cuento del gallego que se perdió en el desierto?”.
O cuando entablaba mis postulados más vehementes en el bar de Cerrito, esas bromas bajas a la hora de ver un pordiosero, una anciana coja, un chico callejero, dando vueltas en mi cabeza, aniquilando cualquier postura enarbolada, revolcando por el fango mi atención, y entonces las caras de asombro de los otros por mis silencios abruptos, las miradas raras cuando las malditas voces irrumpían, muy a mi pesar, en cada resquicio de mis conversaciones, y al diablo con mi paradigma más coherente, y al diablo con mi pose de buena chica, valiente y luchadora, después de las voces yo no era nada más que un fantasma, muda, soportando un sin fin de vacilaciones. Voces putas, que machacan en mi psiquis pensamientos funestos pensados por mentes agrias. ¡Voces putas! que me hacen olvidar lo que pienso y lo que dejo de pensar, con sus cavilaciones frenéticas. Voces putas.
Ahora mismo, cuando escribo este texto, una de las voces pugnando por entrometerse, por dejar en claro su posición, por molestarme hasta la médula. No importa si es la voz de un pasado reciente, o la voz clarividente de un futuro que no imagino, todas ellas, las voces que me atormentan, son un padecer con el cual convivo desde el amanecer al alba. ¿Cómo no negarme a aceptar este injusto destino, entonces?. ¿Cómo no suplicar un poco de silencio entre tantos aterradores ruidos?. ¿Cómo no invocar un basta mayúsculo, en letras góticas de the end hollywoodense para tanto desatino?. ¿Cómo hacer para no odiarlas, si más me empeño y menos consigo quitarlas del paso, sacarlas del alma?.
Y el miedo, ¿no les hablé del miedo, cierto?, el miedo que antecede a su llegada y el miedo que la precede. Miedo de que aparezcan en el momento menos oportuno, como suele sucederme, y hagan trizas cualquier plan elaborado, cualquier “¿Te dije que te quiero?, “Yo también pienso lo mismo”, para aguijonear con dudas, para decirme mentiras al oído, para inventarme odios que no tengo, y hacerme quedar en ridículo. Miedo de que desaparezcan del todo, miedo de su ausencia permanente y me quede sólo el eco de sus ruidos, ¿podría acostumbrarme de nuevo a vivir sin su suplicio?, ¿serían demasiado quedas las tardes sin sus gritos?. Miedo también de no poder hablarles, y discutirles cosas burdas, o alegrarme con alguna de sus salidas ridículas o sus pedanterías más bajas. Miedo cuando me asustan con ideas de muerte, y relatan con pelos y coágulos mi propio entierro. Miedo de envanecerme con sus halagos, sus ideas de una perfección que no me asiste, o cuando mienten una gloria que jamás podría envolverme. Miedo de ellas y miedo sin ellas. Miedo todo el tiempo como si no pudiera más que someterme a sus tormentos.

Hasta que recién se callaron (…)

Alas

Rompí la jaula
y no supe bien
si volaste o qué,
pero lo cierto es que
yo recobré mis alas.

Otoño

Se dejan estar como hojas muertas,
pero yo las siento vivas en el suelo.
Me miran, las veo, me escuchan, las leo.
Están ahí, como cada otoño nuevo.

Especialista

Soy especialista en sentir sin proporción, y caer sin medida en los precipicios ajenos.

solo por hoy

espero hoy, esconderme en tu noche
arroparme quedito en tu sombra
dormir despacio y sin ruido
como aquella última vez.


y por hoy hacerme bolita en tus brazos,
en silencio mientras me abarcan los tintos,
y las lágrimas mezcladas 
que no pueden salir. 


solo hoy, donde supe
que nada sería como siempre
donde desperté de un sueño
del que nunca me dormí.


solo hoy, como cuando rogaba en silencio
que la noche durmiera y que no amaneciera,
que mis pasos nos se fueran
y que no me dejaras marchar.


solo hoy, donde fui yo quien durmió con nosotros,
mientras observaba como soñabas ausente
el mundo que se quebraba a tu alrededor.


solo hoy, donde mi última noche
fue un vino que no brindaste conmigo,
que bebí rodeada de letras calladas
mientras me observaban en silencio escribir.


solo hoy, como cuando me despedí en silencio
de una vida que apagabas discreto,
antes de darle oportunidad de comenzar respirar.


y como entonces, donde empaqué mi maleta
llevando todo lo que trajo,
y dejando el corazón en tus manos
porque en mi pecho ya no cabía más.


y lo supe, desde que la noche
cedió por fin rendida su paso a la mañana,
así tu vida despediría, 
todos nuestros sueños por la ventana.


guardé silencio,
con todo nuestro mundo implosionando por dentro
callé las esquirlas que me herían mientras caminaba.
callé, me vestí y te besé.


sería la última vez que probaría tus labios y lo sabía
e intenté guardar las memorias de esos días
a pesar que se rompían en mil pedazos.


con eso me quedé y con el nosotros en las manos,
lo empaqué en el espacio vacío
de un corazón que se quedó entre tus brazos.


me despedí sin poder voltear
y me obligue a regresar mis ojos a tu sonrisa una vez más
porque sabía que sería el último recuerdo
que me llevaría del nosotros antes que me dejaras marchar.



Silvia Carbonell L.























































Atardecer en velero



Ana R.