martes, 1 de mayo de 2012

Ganadores del 6o Concurso #ConFábula





¡Brincaron mucho y muy bien conejitos! Por eso tenemos dobles empates. El resultado es este:

En primer lugar:





En segundo lugar:





En tercer lugar:





¡Felicidades a los ganadores! Aquí pueden ver algunos de sus geniales tuits, ¡gracias por su participación!

Como los malvones de mi infancia

Si cierro los ojos y vuelvo a la infancia, están los malvones en el patio de mi abuela, y el jazmín y el limonero, llenado de perfumes y colores mi alma niña. Por eso cada vez que lo planto en mi balcón, no es solamente un malvón, sino un retazo de aquellos días, que se quedaron conmigo y no se irán, aunque ya no tenga 8 abriles en mi calendario, sino 40 contados ya.

Palíndromos como bollos

Improvisar palíndromos para que estén como recién salidos del horno de mi imaginación.

Se toma como homo: camotes.

Oí desvarío, oír a V se dio.

Ameno poema. A meó, pone ma.

O mensaje dejas, Nemo.

De niño

"De niño miraba mucho hacia arriba, de adulto lo sigo haciendo."

Traum Huetzi

De niño


De niño quería ser niño y nunca hacerme mayor. 
De niño solo existían los charcos, los días soleados y la diversión. 
El olor de las mandarinas en otoño, la pegatina del Bollicao y el bocadillo de chocolate de mi madre. 
La voz de mi abuela y sus rosas invadiendo la fachada de la casa. 
En casa la radio de fondo y las peleas de mis hermanas por el  mando de la televisión. 
El ronroneo de mi primer gato y canto de Nerón, el canario chillón. 
Los gritos de mis amigos llamándome a la ventana para salir a jugar. 
Las rodillas y los codos siempre raspados y la ropa sucia de tierra. 
Los veranos en las montañas intentando construir siempre la misma caseta, la tarde en el río nadando desnudos. 
Montar en bici hasta que te ardían las piernas o la noche ocultara el camino. 
Las vecinas en la calle haciendo punto y cotilleando como búhos. 
Las meriendas en el campo y las tardes de juegos en el patio del colegio. 
La huerta de mi padre, ver crecer los tomates, el sabor de los guisantes recién cogidos de la planta. 
Los columpios, la arena y correr por los campos de trigo. 
Tirarte en la hierba y ver pasar las nubes. 
El tiempo cuando eres niño se mide en risas. 
Las magia de las manos de tu madre que todo lo hacían, todo lo arreglaban, todo lo calmaban. 
Las peleas con mis hermanas, los arañazos, gritos y puñetazos. 
Robar las cintas de música de mis hermanas y escuchar escondido en la habitación aquellos ingleses que no entendía pero me hipnotizaban. 
Las lágrimas y las rabietas.
Nunca pensar en el futuro ni en el pasado, ser niño es el ahora más bonito del mundo. 
Los Caballeros del Zodiaco y La Bola de Cristal. 
Salir corriendo de clase para salir cuanto antes de casa y poder jugar sin parar. 
El parque, la Reana y la montaña. 
Los veranos enteros metido en la piscina. 
Las gominolas. 
Las noches llamando a los timbres y a correr, correr y correr, te pasabas el día gritando, riendo, jugando y corriendo. 
Aquél chico y el miedo por aquellos sentimientos. 

De mayor quiero seguir siendo niño. 
Julio Muñoz






Adivina quién soy



Mariela Villalvazo
@cafecalientito

Caleidoscopio



Rima Hachem
@oh_Rima
http://alegorica.tumblr.com

Hubo una vez

Hubo una vez un niño muy dispuesto y capacitado para el aprendizaje que conoció a un famoso maestro, cuyos conocimientos iban más allá de cuanto este niño había soñado.
Consiguió ser aceptado como aprendiz y pasaron los días, pero aquel niño no aprendía cuanto él quería; así, instó a su maestro a enseñarle más rápido.
-Quien se lee todos los libros de nuestra biblioteca....-comenzó el maestro.
Sin dejarlo acabar la frase se fue a leer; y leyó durante 1 año entero.
-Maestro, quiero más. -El maestro sonrió y le dijo.
-Quien pueda escribir un resumen de todos esos libros podría... -El niño ya se había marchado.
Resumió y dedujo, y volvió a resumir. Cuando su trabajo estuvo acabado volvió triunfante.
-Maestro, gracias a sus enseñanzas diría que se más que usted.
El maestro se rió a carcajadas.
-¿Enseñanzas dices? Piensa, si echas la vista atrás ¿quién te ha enseñado qué?


Francisco Javier Solano Rivas
@GeneralGuderian

Yoya

Yoya es pequeña, menuda y muy morena. Tiene cuatro años y trabaja a pesar de su corta edad. Es hija de una mujer que nunca tuvo más que lo necesario para sobrellevar la vida en una gran ciudad, y tiene cuatro hijos. La mayor tiene quince años. A ésta le sigue un hermano, quien lava coches en un estacionamiento y tiene diez años. Paco y Yoya venden chicles en la esquina de una transitada y peligrosa avenida. Paco sólo tiene siete años, pero él y su hermanita trabajan duro.
Ellos viven en una vecindad, amontonados todos en un cuarto. Se levantan muy temprano en la mañana, cuando su hermana mayor está apenas regresando de trabajar, pero todos fingen que no saben lo que hace. La madre prepara el desayuno, que de seguro serán tortillas con chile y un vaso con agua de la llave. Paco y Yoya se preparan para comenzar su jornada. La señora que vive al lado les consigue la mercancía, pero deben entregarle la mitad de lo que junten entre los dos. A veces Paco esconde algunas monedas en sus bolsillos y se las entrega a su madre. Paco y Yoya caminan hasta la esquina de la avenida, que está a varias cuadras de su casa. En la mañana, el frío congela sus pies sin calcetines, y al mediodía el calor abrazador les quema la piel morena.
A esa hora, comen lo que encuentran. A veces no terminan el desayuno para poder comerlo después. A veces un alma caritativa les regala un pedazo de pan. A veces se comen un paquete de chicles entre los dos, y siguen paseando sus caritas por entre los motores rugientes de los autos que se detienen ante el semáforo de la esquina. En la tarde, sus mercancías ya no se venden, así que las toman y caminan despacio de vuelta a su casa.
Como la casa es un infierno, Yoya y Paco caminan muy despacito, pensando que cuando lleguen con los cinco pesos de chicles que vendieron hoy, su madre se pondrá furiosa. A Paco lo asusta con sus gritos, pero es Yoya la que debe soportar los escobazos en la cabeza. Y es que Paco corre más rápido.
— ¡Tonta!— le grita su madre a Yoya.
Un día Yoya no puede dormir. Le duele el estomago, pero no es el dolor habitual que siente cuando tiene hambre. El dolor es tan insoportable que se retuerce y llora. Su madre le grita que se calle, pero ella no puede. El dolor es demasiado fuerte. Paco se levanta y toma la manita de Yoya entre las suyas.
— ¿Qué te duele Yoyita?— le pregunta Paco llorando.
Yoya llora toda la noche. En la mañana, su llanto ha cesado. Yoya no despierta.
— ¡Condenada chamaca!— refunfuña su madre.
En esos momentos entra la vecina chismosa a enterar a la madre de Yoya que alguien le envenenó al gato y está muerto, y Paco recuerda haber visto a Yoya comer algo que recogió del suelo. Y está muerta.
Nadie más que Paco lamentó la pérdida de su hermanita, pero sabe que dondequiera que ella esté, va a cuidarlo. Se lo dijo el señor cura "Yoya no te abandona. Ahora ella es más feliz".

Ser niña y trepar un árbol

Si miro hacia atrás me veo niña
de ojos limpios, guardapolvo blanco
y manos sucias de trepar un árbol.

Cuando era niña

Cuando era niña soñaba en colores y me sacaban fotos en blanco y negro. Miraba cartoons que hoy serían retro, y me sentía la Mujer Maravilla con la toalla del baño en mi espalda, girando sin parar. Mi preocupación más grande era tener muchos juguetes, y que mi papá me sonriera cuando volvía de trabajar. El máximo saber era mi mamá con sus cuentos de bosques encantados, piratas buenos y brujas malas, y por su culpa hoy tengo esta pasión lectora. Nada era más alto que mi abuelo si me alzaba en brazos, ni más dulce que mi abuela y sus guisos caseros. El deber era ir al colegio y cantar la Oración a la Bandera con orgullo. La amistad era compartir mis caramelos. La seguridad era dormir la siesta contra el pecho de papá. Era feliz y tal vez no lo sabía. Era tan feliz y hoy lo sé.

Detrás de la puerta hay una niña

Detrás de la puerta hay una niña
jugando con las joyas de la abuela
y probándose los trajes del nono,
mientras otros ríen en el patio
y tal vez es navidad.


El mejor juguete


Pudo haber sido jugar a las barbies, a las muñecas de papel, las matatenas, el yoyo, a la comidita en mi cocina de mentiras, a ser la maestra que enseñaba y regañaba a los peluches, brincar en el trampolín, los poly pockets, el atari, el nintendo, salir a andar en patines o andar en bicicleta... pero no, la mejor parte de todos estos juegos y juguetes fue que los jugué contigo. Te amo hershmana.




Ana R.

Escritores de vida


Veo atrás, y leo las primeras letras que mis padres escribieron en mi historia. 
Ellos fueron los que le dieron forma a esta historia que ahora escribo yo todos los días. 
Cuanta responsabilidad es ser autor del libro de una vida que no es tuya.
Cuantos hermosos recuerdos han plasmado en mi memoria. 
¿Cómo se agradece que me hayan dado la mejor infancia que pude haber tenido? 

Ana R.

Un columpio para tocar el cielo


Desde niña he sentido tocar el cielo.
No se necesitan aviones, ni cohetes.
Para mis pies, un columpio es suficiente,
 para tocar el cielo.

Ana R.