martes, 29 de enero de 2013

Una mañana que te resume y comparte


Hay noches que no se apagan ni amaneciendo en otras ventanas.
Días que se parten en antes y después de una sonrisa.
Tardes sin sus noches silentes,  
porque se llenan de murmullos de estrellas
asomándose dudosas a tus ojos.
Mañanas sin par,
como esos calcetines favoritos
que emigran durante el ciclo de la lavadora
y nunca más vuelves a encontrar.
Madrugadas tan llenas de color,
que no sabes si amanece,
o son los colores que por fin lograron ruborizar la noche.
Días callados, días alborotados como mercado en domingo
donde eres espectador y no marchante de las transacciones diarias.
Cuadros sin rostro, luces sin sombra,
espejos que no dicen nada, porque el murmullo de la voz es lo que se guarda y se calla.
Soles cayendo sobre la espalda de una mañana.
Noches naciendo desde el vientre de una silueta mojada.
Calles sin gente, gente sin ventanas, 
encerradas y ensimismadas que la vida les pasa por encima y no son capaces de tocarla.
Y mientras tanto tú girando contra todo pronóstico del tiempo,
entre pausas y avanzando lento.
Sin soltar la cuerda que te ata a mi recuerdo.
Al mismo paso yo, revolviendo el centro,
buscando lo que no sirva para soltarlo y tirarlo al viento.
Sin prisa de nada, pero resolviendo.
Al sonido de los pasos callados, nosotros, hablando con los ojos despiertos,
con los labios mudos de tantas heridas que nos rompieron.
Intentando pegar los paisajes estrellados,
porque sabemos que vale la pena seguir guardando estrellas en el cielo.
Sanar los llantos y regresar sus lágrimas a los montones de sal que se quedaron desiertos.
Curar los mares, para que nos reciban con sus olas abiertas
en cada beso que nuestros pies le den a sus orillas de arena.
Soportando los pasos que nos van llevando,
entre los caminos rotos y empedrados de los murmullos y los espejos.
Suposiciones que te hipnotizan como higueras intentando sujetar nuestros cuerpos.
Evitando el avance, distrayendo el contexto.
Así una mañana, que te resume y comparte,
lo que esta mente oscilante, mece entre la duda y recuerdo.
Entre la fe y la esperanza de tomar nuestros sueños,
empacarlos de nuevo y caminar mundos nuestros.

Silvia Carbonell L.


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