martes, 14 de febrero de 2012

Cuando por fin te vea.

He imaginado mil veces un encuentro contigo. Esa sensación extraña en el estómago poco antes de verte; las manos sudan, el corazón se sale. Nos veremos, quizá, en un parque al aire libre; árboles, caminar, viento frío. Quiero que tengas mil pretextos para tomarme de la mano. De qué platicaremos? No importa. Seguro temblará mi voz. Debo controlar la expresión en mi rostro al verte por fin; lo ansiaba tanto. Quizá sea mejor dejar que los ojos hablen, y las manos. Que la piel se conozca, se impregne. Ya hemos dicho demasiado con las letras. Espero el momento en que se dé un abrazo. Lo imagino largo, trémulo, queriendo disimular que me embriaga tu aroma, que moría de ganas. Y el beso. Acercarnos lento, nerviosos, mirándonos a los labios. Sintiendo tu aliento cerca, cerrar los ojos, esperarte. Dejarme ir. Lo imagino con ternura, pero intenso, así como tú. Tu sabor dulcísimo, tu boca suave. Los sonidos apagados. Solo tú y yo y ese momento. Besarse con la pasión del que presiente que el primero ha de ser el último beso. Tatuarse uno al otro cada segundo compartido, llenos de sensaciones, de olores. Que te recuerde cada vello que se eriza al contacto.Quiero remembrar cada cielo, cada nube, el pájaro que pase al vuelo. Quizá un tren se deje oír.Así es esto del que ama de lejos. Todo se va en atesorar instantes.
Isabelle Cigarras.

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