La ilusión sabe que no es real, y se sienta a esperar que la sucedan como si fuera su único destino. No entiende que también puede quedarse en el camino, romperse como una pompa de jabón, o terminar archivada en el cajón de los olvidos.
La ilusión espera volverse cierta, pero a veces se cansa de esperar e inventa una estrategia. Se mete en cada resquicio de la duda, aparece en todos los sueños que pueda, y se apodera cuanto la dejen de la razón, en su afán de convencernos que su magia es verdadera.
Nosotros creemos enamorarnos de la ilusión que creamos, y la ilusión cree que nos crea. Es tal la fascinación que nos ejerce, que dejamos de mirar que hay detrás de su esperanza, y en ese minuto de ensueño nos sentimos inmortales, y la ilusión también se imagina que es eterna.
Pero siempre la realidad entra en escena, aburrida de vernos esquivarla. Nos roba la ilusión y la hace suya.
Así la cumple o así la rompe.
Nos deja en llanto, o nos da vida.
Ah, la ilusión, nunca tan mejor descrita. Y tan necesaria como el alma misma para la existencia. Brillante, Marian, me gustó muchísimo.
ResponderEliminarGracias Henry! un abrazote literario de letra a letra :)
ResponderEliminar"Nos deja en llanto, o nos da vida"
ResponderEliminarMuy acertado recordar que, aún "rota", la ilusión es esperanza de mayor fortaleza.
Excelente cuento!
Gracias "construyendopersonajes" es un cuento que quiero mucho :) Me alegra mucho que lo hayas disfrutado!
ResponderEliminar