Yo sé que no hay mañanas, sino ahoras. También sé que hay horas, y no tiempo. Yo sé que no hay palabras, sino gestos. Sé que no hay frases rotundas, sino sexo. Detrás de toda caricia, un silencio. Donde hubo amor queda esto, que cómo le decís no sé.
Lo que me da vergüenza es sentir que soy molesta. Un impúdico animal comiéndose los restos. Si me preocupa lo que te ocupa, me contestás excesivamente cortés. Cuando pregunto lo que no me explicás, siento que marcás con tiza un: Prohibido. Y entonces sí, creéme, me siento una puta por horas, que se soñó Cenicienta en su cuento privado terriblemente demodé.
Así que dame una pista. Avisá con carteles de neón cuando piso terreno ajeno, y entonces voy a entender más simple y más fácil lo que diferencia querer, de pasar un rato ameno.
Al menos eso, sabélo, me lo debés.
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