La tarde de agosto cae, una gota de fresco café en mi labio,
y mi lengua la levanta....
El dulce del café me trae recuerdos de la infancia.
De mi padre.
De Buitrago.
De verle marcharse a pescar, y antes de marcharse,
me lanzaba un guiño de ojo y beso.
Y yo con mis tareas del colegio.
¡Que tiempos! Ahora tan lejanos.
La añoranza me invade a la hora del café.
Nunca nos abrazamos lo suficiente papá. Ahora me doy cuenta.
Ahora veo.
Ahora me arrepiento, de tantas cosas...
Ahora siento.
Aprendo a sentir.
A valorar miradas, gestos, caricias, a temblar del dolor de la ausencia.
Sin temor a desfallecer o caer. Eso es la vida. Eso es vivir.
Tu marcha, me ha convertido en barro,
fuego,
lluvia,
ola y amor.
En letras incansables que salen de estas manos que besabas.
¿Sabes papá?
Escribo desgarrándome y me hace bien.
No importa sangrar, la sangre se renueva,
me limpia el dolor.
Es otra forma de respirar…. de vivir… de crecer.
Creo poder decir, que al fin, me he encontrado a mi misma.
Aquí en el papel y las letras.
Sí.
Estaba perdida.
Ana Margarita Pérez
@ana_marga
http://mirincondeescritura.blogspot.com.es/
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