Como aquella vez en que la muerte enredó sus
dedos entre mis sábanas.
Estoy aquí, ahora cobijándola entre mis capas
más oscuras.
Abraso el sueño con la duda flotando sutil,
como asomándose al precipio;
ese donde se respiran todas las sospechas.
Esa misma que me mira desconcertada,
tratando de arrancarme el miedo que
sólo a mí me pertenece.
De este lado soy un bramido de algo que
todavía no muere,
un instante dentro de un universo que colapsa
con el destino; el mío.
De este lado nada viene y nada va, aquí soy un
par de ojos llenos de un vacío pusilánime,
la sombra silenciosa que duele y que olvida marcharse.
De este lado soy sólo una ilusión óptica.
Alma E. Palma
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