martes, 13 de agosto de 2013

De cadencia y otras faltas de ritmo.


Dejó que el tiempo pasara como quien deja correr el agua una mañana de resaca.
Dejó que la resaca no le dejase despertar.
Se dejó el móvil en otro bar cuyo nombre no quería recordar.
Se dejó llevar de nuevo a la cama junto a "Sunombre Nopuedorecordar".

Érase una vez una habitación y movimientos de cadencia marcada.
Sin más orgasmo que el fingido, tan descafeinado como el beso anónimo.

Y comprendió que de poética, esta prosa, solo tiene el ritmo de los frenazos en los atascos. 


Ester Sinatxe

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