martes, 6 de noviembre de 2012

Otro aniversario más de nuestro adiós


Ayer fue un aniversario más de nuestro adiós y sin importar los millones de segundos pasados desde entonces, no he terminado por acostumbrarme a tu ausencia. Aún me sorprendo sonriendo con tu recuerdo, sea a propósito que lo traigo a mi mente o provocado por alguna señal que dispara tu nombre en mi cabeza de forma inmediata. A veces es una estrella en el firmamento mientras estoy al volante y volteo mi vista hacia la inmensidad del techo estelar, solo para encontrarme con una de esas noches de pocas luces siderales y muchos anhelos, como el deseo de tenerte conmigo;  otras veces, es una imagen en el ciberespacio, tierna y bella; o bien una muñequita refugiada en una caja de música, que giró por unos instantes solo para mi, al compás de una melodía mientras curioseaba en alguna tienda, un fin de semana cualquiera. Disfruto muchísimo esos momentos barnizados de nostalgia, en los que tu voz llega a acariciar de nuevo mi oído y me platica como se mueven en otoño las hojas secas a la orilla del río o como estaba tu cielo esa mañana que pensándome, despertaste en tu cama.

Si, ha pasado otro año más, otro cumpleaños sin felicitación; uno, dos, tres mensajes electrónicos más al vacío, 100 soldados blancos más en mi cabeza y una espera que amenaza extenderse cada vez más y más.
El otro día te sentí detrás de mí, podía oler tu perfume acariciándome el hombro y me negué a voltear. Siempre moviéndote rápido, temía te desvanecieras no bien girara la cabeza y perderme la sensación de saberte cerca; porque estabas ahí, observándome en silencio, con la ventaja de saberte escondida detrás de la cortina de tu reserva, teniendo la ventaja de verme sin que te viera, de acariciarme con la ternura de tu mirada y llenarte de fuerzas con ello para mantenerte alejada de mí. Mientras a mi, solo me queda una eterna sonrisa impresa en papel, que lo mismo está alegre si visto de negro o si visto de azul, si empieza la semana o ésta termina; si la alegría colorea mi cara o la tristeza se asoma de gris en mis pupilas.

Nos vimos hace un año por última vez para despedimos de común acuerdo, tu camino se apartaba del mío y tu felicidad significaba por siempre la mía. Sin cadenas de amor, solo pétalos y ni una espina, así fue, así es y será por siempre nuestra colección de momentos.

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