martes, 31 de julio de 2012

Entre amar y el mar, somos tormenta


Entre el sonido de (a)mar y tus pasos llegar, llega la vida y la humedad.

A paso lento y firme llenas la habitación de ti. Hueles a sal, a hombre, a arena, a tormenta.

Entre tu voz y la ansiedad, con las prisas por quemar, llega tu fuego y tu piel comenzando a calentar.

Se eriza, se electrifica. Tus manos amenazan con tocarme y ya soy agua. Tus ojos de fuego observan estremecerme y ya soy mar.

Entre tu rostro y tus ojos, tu cuerpo y tus manos ya no sé que más me quema, sí es tu noche que humedece a mi noche que lo espera.

Es tu sudor deslizándose por esa piel que se contrae para darme placer. Es la luna pintando tu piel de luz y sombras en cada movimiento.

Son tus manos pintando mi cuerpo, es mi piel ardiendo desde dentro y mis manos buscando al constructor de mi cielo.

Son tus brazos arrebatándome con fuerza hacia ti, arrinconándome contra la pared y mis piernas abrazando al constructor de mi infierno.

Y si tu cuerpo que arde, vino a mí para incendiarse que nos abra el infierno que hemos venido a llenarle de todos los pecados del mundo, de todos los fetiches ocultos, de todos los pudores desnudos, y de las pieles que permanecen insaciables.

Estamos hechos y la habitación deshecha, ya no existe. Somos tú y yo suspendidos en éxtasis, espasmos y sudor. Sedientos de noche, hambrientos de tiempo.

Con las ganas puestas y los cuerpos disueltos, somos humo, somos fuego, somos viento y manos con bocas ardiendo.

Somos uno, somos todo. Esta noche de mar llegó a media luz para hacernos siluetas de humedad en la intimidad.

Silvia Carbonell L. y Ana Rojas

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