martes, 10 de enero de 2012

Sentado

Estaba sentado, fumándome un cigarrillo mientras bebía un amargo pero adictivo tipo de licor - Adictivo porque lo preparaba ella - mientras los demás relataban anécdotas del año entre risas fuera de control;
yo seguía ahí sentado, observándola, desnudándola con la mirada, sintiéndola.

Estaba sentado por los efectos de aquella extraña pero saciable bebida.

Quería bailar con ella, bailar hasta que nos iluminara el sol, hasta quedarnos sin fuerzas.
Quería demostrarle lo bueno que son mis pies al son de lo romántico, de lo que se siente más que el gélido frío de una noche de invierno, de lo puro y verdadero que sentía en ese momento solo con mirarla.
Quería hacerla mía, lo deseaba.

En un instantáneo parpadear, continuaba en el mismo sofá, ahí sentado. Y aunque a mis ojos les costaba distinguir todo a mi alrededor, a ella podía admirarla con facilidad. Se adueñó de mi mirada, de mí mismo.
Seguía transcurriendo el tiempo, hasta que por fin pude capturarla con mis iluminados ojos en medio de la noche, parecían dos grandes y resplandecientes faros.
Se sentó a mi lado y comenzamos a vivir el inicio de una historia que nunca empezó.

A los pocos minutos desperté. Estaba ahí sentado en el mismo sofá, con la misma muchedumbre a mi alrededor y el mismo tambaleante mareo que me había provocado el amargo sabor a ella.

Manuel Toro.
@Metamorfosls

2 comentarios:

  1. Excelente escrito Manuel, imposible no transportarse a ese momento. Un abrazo.

    Renko.

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  2. Lo amé desde la primera vez y ahora lo volví a amar. Simplemente buenísimo como todo lo que tú escribes. Felicidades por tan buena aportación José Ma. Un abrazo.

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